La antigua Casa de la Maestra de Carandía, en Piélagos, abrió sus puertas como Casa del Pueblo

Descubrimiento de la placa.

La inauguración tuvo lugar con motivo de las Fiestas de San Román que se están celebrando en la localidad

La antigua Casa de la Maestra de Carandía, en Piélagos, abrió sus puertas como la Casa del Pueblo, durante un acto que tuvo lugar con motivo de las Fiestas de San Román.

El acto público, presidido por el alcalde de Piélagos, Carlos Caramés (PP), estuvieron presentes la alcaldesa pedánea de Carandía, Natalia Fernández Martín, que ha contado con la participación de la directora general de Centros e Infraestructuras Educativas de la Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria, Reyes Mantilla.

La ceremonia, amenizada por un cuarteto de la Escuela municipal de música de Piélagos, ha reunido a vecinos de la localidad, antiguos alcaldes del municipio, así como a los familiares de la última maestra del pueblo, doña María Pereira y a don Rafael Sánchez, párroco de Carandía que ha bendecido el edificio.

Esta casa ha permanecido mucho tiempo cerrada al pueblo”, ha lamentado Caramés, quien se ha mostrado convencido de que “ya es hora de que los vecinos disfrutemos de nuestro patrimonio y de que caigamos en la cuenta de que Piélagos lo hacemos entre todos”.

Durante su intervención, el regidor municipal ha recordado que la iniciativa de habilitar en Carandía una residencia para el docente de su escuela fue impulsada por la voluntad de los vecinos del pueblo y decididamente respaldada por el Ayuntamiento de Piélagos, que en 1950 encargó el proyecto de edificación.

En este sentido, ha relatado que en abril de 1951 el proyecto del entonces arquitecto municipal, Javier González de Riancho, obtuvo la aprobación del departamento de Construcciones Escolares del Ministerio de Educación.

Dos años después, en 1953, la Junta Vecinal de Carandía, bajo la presidencia de Gabriel Acereda, abuelo de Esther Salmón, vocal de la citada junta en la actualidad, sacó a subasta pública una finca conocida como ‘El Islote’ para sufragar los gastos, si bien no fue hasta 1955 cuando el Consistorio recibió una ayuda económica para la construcción de la casa, adjudicada por un presupuesto de 67.218 pesetas.

Caramés ha añadido que en 1956 se inició la construcción de la vivienda con algunos cambios sobre el proyecto originario encaminados a perfeccionar la habitabilidad de la vivienda, ascendiendo la inversión final hasta las 80.077 pesetas.

Un momento de la inauguración con las autoridades presentes.

Voluntad política

El alcalde de Piélagos ha asegurado que, al igual que entonces, “la apertura de este edificio, forma parte de la voluntad política del pueblo de Carandía y que nosotros, en alusión a los gobernantes, debemos ejecutar cumpliendo con nuestro compromiso y con el mandato recibido por los vecinos entregando esta casa para uso de todos”.

“Lejos queda el año 2014 en el que este edificio fue restaurado, pero continuó sin uso público por lo que tuvo que volver a ser intervenido en 2021 sin que ello supusiera su apertura”, ha apostillado.

Caramés ha incidido en que son muchas las ideas que tiene la Junta Vecinal de Carandía y más aún las que proponen los vecinos “desde que descubrieron que la apertura era una realidad”, por lo que ha animado a todos ellos a hacer “que sean posibles”.

Por su parte, la alcaldesa pedánea de Carandía ha hecho hincapié en que  la Casa de la Maestra “tiene una historia muy bonita, que ha marcado la vida del pueblo”.

Por ello, ha afirmado que su apertura es un momento “muy esperado” ya que siempre ha habido mucha incertidumbre en torno a la misma. “Se ha hablado de que era la casa de un particular, que estaba embargada, de las reformas realizadas, de por qué no estaba abierta”, ha enumerado.

Fernández Martín ha dicho que, gracias a la insistencia y colaboración de todos, “por fin será una casa para el pueblo, un espacio en el que estar, compartir y conocernos entre todos”.

La alcaldesa pedánea ha avanzado que en la planta baja, a la que se ha referido como “una zona tranquila”, habrá una mesa grande con sillas para jugar a las cartas y ajedrez y tendrá su sede la Junta Vecinal abierta a todos los vecinos, mientras que en la planta superior se instalará una biblioteca comunitaria, así como un espacio para adolescentes y jóvenes de mediana edad.

Un homenaje

Esther Salmón, maestra, vecina de Carandía y vocal de la Junta Vecinal de la localidad, ha dado las gracias a todas las personas que han hecho posible este día.

“Después de muchos años cerrada, abrimos la Casa de la Maestra, homenajeando por un lado  todos los niños que pasaron por esta escuela unitaria donde la convivencia, el respeto, la familia  y la cercanía eran los pilares de la educación”, ha dicho.

Como maestra también ha quiero homenajear a sus antecesoras, que “acompañaron en la educación y en la vida de nuestros abuelos, padres y vecinos” como Doña Carmina, Doña Concha, Doña Aurora, Doña Margaría y Doña María, entre otras.

A ellas se ha referido como maestras que” no entendían de currículums ni de leyes, pero sí de infancia y apego y favorecían un aprendizaje vivenciado y por imitación convirtiendo su aula en una pequeña tribu donde todos remaban a favor”.

“Esas maestras eran  y deben de ser hoy ejemplo de la educación, que atendía a la diversidad y favorecía la relación entre familia y escuela porque una escuela en un pueblo es vida y da vida”, ha opinado.  

En la misma línea, Reyes Mantilla ha reconocido participar en el acto no sólo en calidad de directora general de Centros e Infraestructuras Educativas de la Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria sino como maestra jubilada que ejerció durante 35 años en su Reinosa natal.

Mantilla quiso impartir una breve y sencilla, pero eficaz lección. Así, ante el público asistente cogió un papel liso, que arrugó y que, posteriormente, trató de alisar aunque ya no quedó como  era antes.

“Igual es el corazón de las personas”, ha subrayado esta maestra jubilada quien ha aclarado que, “cuando hacemos una crítica, decimos una  mala palabra o proferimos un insulto en el corazón de las personas  siempre queda la huella de un pliegue aunque queramos pedir perdón”.