Admite la entrada por la fuerza en la vivienda de su expareja, le amenazó con matarla y quitarle a la hija de ambos

Juzgados de Santander. R.A.

La Fiscalía, la acusación particular y la defensa del acusado formalizan un acuerdo de dos años de prisión y no acercarse ni comunicar con su exmujer durante siete años

La Audiencia Provincial de Cantabria ha condenado hoy a dos años de prisión y al pago de una multa de 3.960 euros a un hombre que entró por la fuerza en la vivienda de su expareja, le amenazó con matarla y con quitarle a la hija de ambos.

Además, no podrá acercarse ni comunicar con la mujer durante siete años, tendrá que realizar 75 días de trabajos en beneficio de la comunidad y estará privado del derecho a la tenencia y porte de armas durante dos años.

En concepto de responsabilidad civil, el acusado indemnizará a su expareja en 1.000 euros por los daños morales causados.

El acusado, que es autor de un delito de allanamiento de morada, otro de violencia de género en la modalidad de amenazas y un delito leve de daños, alcanzó un acuerdo con la Fiscalía y la acusación particular.

Las partes elevaron un escrito a la Audiencia y hoy ese acuerdo se ha formalizado ante el magistrado presidente del tribunal del jurado. Dado que el juicio no ha tenido que celebrarse, no ha sido necesario convocar a los ciudadanos para constituir el tribunal de legos.

Según el relato de hechos que las partes han suscrito y que se ha llevado a sentencia, en septiembre de 2023 el acusado acudió al domicilio de su expareja y llamó a la vivienda por medio del portero automático.

Portero automático

Cuando la mujer descolgó el teléfono del portal, el investigado le exigió que le abriera para ver a la hija que tienen en común y, ante la negativa, comenzó a gritarle “te voy a matar, te voy a quitar a la niña”.

El hombre golpeó el cristal de la puerta del portal hasta que lo quebró.

La mujer, que oyó lo sucedido en la puerta de acceso al edificio, cerró todas las persianas de la vivienda y se encerró en la única habitación que tenía cerrojo junto con su hija y su compañera de piso, quien llamó a la Policía.

Entre tanto, el acusado subió al piso donde ella vivía y aporreó la puerta con fuerza hasta que la rompió. Una vez dentro, comenzó a golpear la puerta de la habitación en la que se encontraban refugiadas las inquilinas de la casa.

El hombre, que en todo momento gritó amenazando a la mujer, no abandonó la vivienda pese a los requerimientos que le hacía su expareja y permaneció en la casa hasta que llegaron los agentes de la Policía Local.

Los hechos constituyen un delito de allanamiento de morada, otro de amenazas y otro leve de daños, con la concurrencia de la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante de reparación del daño, ya que consignó una cantidad para abonar los daños producidos en el edificio y en la vivienda de la víctima.