La vibrante música checa para la clausura del Festival Internacional de Santander
Los asistentes contaron con la presencia del Orfeón Donostiarra, un conjunto que antaño fue de las más importantes agrupaciones corales de Europa
FICHA:
-Festival Internacional de Santander
-Orquesta Filarmónica Checa. Semyon Bychkov, director
-Katia y Marielle Labèque, pianos. Orfeón Donostiarra
-Obras de: Dvorak, Martinu y Janacek
Lugar: Palacio de Festivales de Cantabria
Fecha: Lunes 29 de agosto
Se llegó al final de la presente edición del Festival Internacional de Santander con un concierto dedicado por entero al repertorio de autores checos, lo cual siempre es motivador por su gran interés y por ser obras que pocas veces se tienen la oportunidad de disfrutar.
Y la base fundamental fue contar con la Orquesta Filarmónica Checa, uno de los conjuntos sinfónicos más interesantes del panorama europeo, junto a su director titular, Semyon Bychkov, de absoluta garantía a la hora de afrontar un repertorio nada convencional.
Ya desde el inicio, con la Obertura de ‘Carnaval’ de Antonin Dvorak, el conjunto dejó patente su enorme calidad expositiva, un sonido compacto con predominio de la sección de cuerdas absolutamente predominante, sobre todo por sus ocho contrabajos.
Uno de los alicientes de la velada era el Concierto para Dos Pianos de Bohuslav Martinu, con Katia y Marielle Labèque como solistas. Se nota su dominio de esta obra que llevan varios años interpretando incluso con esta misma orquesta y director. Es obra de rasgos neoclásicos, agitada en varios momentos y un Adagio muy lírico de bella melodía. Requiere de momentos de evidente virtuosismo que las hermanas Labèque demostraron buena compenetración con la orquesta y un sonido de amplios contrastes y la distribución de arpegios sobre todo en el Allegro final.
Y el plato fuerte de la noche vino tras el descanso con la Misa Glagolítica de Leos Janacek. Sus textos en eslavo y su especial estructura hacen que se diferencie de otras obras similares Es necesaria la participación de una masa coral de entidad y cuatro voces solistas para dar la réplica en los distintos momentos.
La orquesta volvió a ser absolutamente protagonista ya desde la Introducción con sus brillantes fanfarrias. Destacaron en el tremendo ‘Amén’ del ‘Gloria’, las bellas frases de los chelos en el ‘Credo’ o el solo de violín en el ‘Santus’. Muy bien interpretado el ‘Postludium’, solo del órgano, pero con el inconveniente del uso de su sonido amplificado, que no tenía ningún sentido y despistaba en el sonido del conjunto orquestal.
Los cuatro solistas fueron de poca entidad, la soprano Evelina Dobračeva con exceso de vibrato, el tenor Ales Briscein con demasiada tirantez vocal, por encima de sus posibilidades en su endiablada partitura; el bajo Jan Martinik sin la necesaria musicalidad, y la mezzo que no contralto que requiere la obra Lucie Hischerová correcta en su breve participación.
Y dejo para el final la presencia del Orfeón Donostiarra, un conjunto que antaño fue de las más importantes agrupaciones corales de Europa y que, desde hace varios años, ha perdido esa musicalidad y la enorme calidad de sus voces. Esta Misa de Janacek la conoce muy bien y tuvieron algún momento de lucidez interpretativa, como en el ‘Agnus Dei’, pero en general alejados del lirismo y los contrastes sonoros que precisa esta obra. Requieren amplia renovación vocal.
El espectacular ‘Exodo’ final de esta Misa Glagolítica, fue el detonante para las grandes muestras de aprobación del público que casi llenaba la Sala Argenta, con aplausos para todas las secciones de la orquesta en verdadero estado de gracia.
Un buen final para esta 71 edición del Festival que deberá afrontar su futuro adaptándose a los nuevos tiempos con una sociedad en constante cambio y una nueva generación de público que en poco o nada se parece a la de hace unos años.