La Galería Siboney, en Santander, acogerá la muestra ‘Los días borrados’ de Curro González

Una mansión para la rata.

La inauguración será el viernes, día 20 de septiembre, y permanecerá hasta el 3 de noviembre

La Galería Siboney, en Santander, acogerá la muestra ‘Los días borrados’ del artista sevillano Curro González entre los días 20 de septiembre y 3 de noviembre.

La inauguración tendrá lugar el viernes, a las 19.00 horas, y será su segunda exposición individual en la Galería Siboney. El pintor presentará una serie de obras recientes, en formatos que puedan dar el juego que el espacio requiere.

En palabras del artista estas obras nacen como un diálogo mantenido desde hace años con algunas imágenes que me llegaban tras la lectura de ciertos poetas. “No pretenden ilustrar ni servir de comentario a sus poemas, ni autorizarse mediante sus palabras. Todo es más sencillo: estas poesías me han servido como un motor de arranque para la imaginación, para luego dejar que el pensamiento vaya divagando de unas formas a otras a la búsqueda de su propio sentido, hasta quizá alcanzar el ritmo de una narrativa paralela a esos poemas, haciendo que la imagen viva con sus propios colores y acentos y donde espero que la representación se desarrolle como un signo vivo en permanente transformación”.

Last river together.

Las creaciones son óleo sobre tela y están fechadas 2024, de tal forma que hay dos obras de 70 por 70 centímetros tituladas ‘Los días borrados I y II’ y una obra de 70 por 140 centímetros, ‘El mapa de los hechos’ que es como un mapa mental, algo caótico, inspirado por un poema de Alberto Santamaría del que toma prestado el título.  

Estas doce pinturas sirven para ofrecer una visión de la realidad que aun en su deformación intencionada, supone una toma de contacto con su creación en Santander, tras la lejana exposición de 2007,’No mires a atrás’.

Barroco

Algunos rasgos de la pintura de Curro González (Sevilla, 1960), como muy bien señaló en su momento Elena Vozmediano con motivo de su pasada exposición en Madrid, en la Galería Distrito Cuatro, coinciden con características que Omar Calabrese atribuye a la estética neobarroca: el placer del enigma, el nudo y el laberinto como figuras y como estructuras, el gusto por lo indefinido y lo oscuro. Y, en efecto, sus obras tienen algo de emblema barroco, pues aunque alguna vez respondan a una vaga intención narrativa, lo habitual es que se trate de construcciones de espacios más o menos naturalistas en los que incluye figuras de simbolismo no evidente.

El artista comenta sobre sus recientes obras: “me gusta imaginar que las obras reunidas en esta exposición se abren unas sobre otras como frases incompletas; las entiendo como el fruto de esos pensamientos que nos asaltan en medio de una frase y que nos impiden terminarla hasta forzar su final en una nueva frase. Un salto, que en pintura se da sobre el abismo que se impone en la superficie de la tela, un espacio tan delgado y poroso como la piel, donde aparecen suspendidas las imágenes en plena metamorfosis”. 

En su opinión “en ese salto nace la metáfora. Un terreno ambiguo donde los signos cambian y se hace fértil la imaginación y ese es el territorio natural del pintor, pero también el del poeta. Se cuenta que una vez el pintor Edgar Degas le dijo a Stephane Mallarmé. Tengo una idea magnífica para un poema, pero no creo que sea capaz de desarrollarla” a lo que Mallarmé respondió: “ Querido Edgar, los poemas no se hacen con ideas, sino con palabras”.