CRÍTICA

Giacomo Puccini y su eterna vigencia

El Palacio de Festivales acogió la Gala Puccini.

El Palacio de Festivales acogió la Gala Puccini dentro del Festival Internacional de Santander (FIS)

FICHA

-Festival Internacional de Santander. Gala Puccini. Obras de Giacomo Puccini, Giuseppe Verdi, Umberto Giordano. Sondra Radvanovsky, soprano. Jonathan Tetelman, tenor. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Director: Riccardo Frizza. Palacio de Festivales, lunes 5 de agosto de 2024.

El concierto fue dedicado a la memoria del director Miguel Ángel Gómez Martínez.

-Calificación (sobre 5): ****

En la memoria de todos los aficionados a la música siempre quedará el recuerdo del maestro Miguel Ángel Gómez Martínez, fallecido el pasado domingo de forma inesperada. Sus brillantes actuaciones en el Festival Internacional de Santander (FIS) son recordadas desde la época de la Plaza Porticada en los años 80 y posteriores en la Sala Argenta. En su honor se dedicó esta Gala Puccini, y así se comunicó al público, aunque el sistema de megafonía sigue siendo inaudible y defectuoso.

Este año se celebra en todo el mundo lírico en centenario de la muerte de Giacomo Puccini. El compositor de Lucca falleció en Bruselas el día 29 de noviembre de 1924, dejando un catálogo de óperas y obras religiosas que siguen en plena vigencia. En sus óperas, sus personajes reflejan un fuerte carácter dramático y verista.

Hoy en día escasean las voces realmente adaptadas a la técnica pucciniana, por eso es un riesgo programar sus obras si no reúnes a los cantantes con las condiciones más ajustadas. El Festival Internacional de Santander no podía quedarse al margen de esta celebración y, por fortuna, se consiguió reunir un conjunto en pleno apogeo vocal, lo cual es un logro de la actual dirección artística del festival.

De entrada, se contó con el director musical Riccardo Frizza, lo que ya supone una garantía de calidad en este tipo de repertorio. Es un profundo conocedor de las óperas italianas en sus distintos estilos, sobre todo en las obras más veristas.

Contó con la Orquesta Sinfónica de Bilbao a la que hizo sonar plena de lirismo y fuerza. A pesar de no ser un conjunto especialmente destacable, en manos de Frizza sonaba como si lo fuera. Así se comprobó con la obertura de ‘La Forza del destino’ verdiana, al igual que en el famoso Intermedio de ‘Cavalleria rusticana’ de Mascagni, plena de contrastes melódicos y emoción lírica.

Y llegaron las voces. Rompió el hielo Sondra Radvanovsky y nada menos que con la durísima aria Pace, pace mio Dio de ‘La Forza del destino’ de Verdi, dejando a todo el público pasmado tan solo con las primeras notas en un pianísimo in crescendo en la palabra inicial pace, una entrada que así está escrita y pocas cantantes lo consiguen.

Es una soprano lírico spinto, de timbre oscuro y su perfecta técnica de respiración le permite pasar de las notas en piano a la zona aguda y bajar a las notas más graves con una seguridad pasmosa, y todo sin perder afinación ni registro sonoro. El final de esta escena ya provocó unas ovaciones que se repetirían a lo largo de la velada.

Radvanovsky es una gran artista, no solo una cantante de referencia, es una actriz que vive sus personajes y así lo demostró en todas sus intervenciones, desde una sentimental Tosca, al arrojo y fuerza de Turandot. Tal vez tanto esfuerzo vocal le pasó factura en La mamma morta de ‘Andrea Chenier’, donde tuvo una ligera inseguridad en algunas notas graves y por los tiempos algo lentos con que Frizza llevaba a la orquesta.

La parte tenoril vino a cargo de Jonathan Tetelman, que al igual que Radvanovsky, hacía su presentación en el FIS. Es un tenor lírico puro, de fraseo nítido, bello timbre y sólida técnica. Su registro central es destacable y sus agudos potentes y bien proyectados. Tal vez, su punto más débil sean sus graves, pero los sabe resolver con facilidad, como hizo con el aria de “Macbeth” y en la escena y aria de ‘Andrea Chenier’. Estuvo brillante en ‘Turandot’ y en el Recondita armonia de ‘Tosca’.

Los dúos entre ambos fueron especialmente destacables, sobre todo en Andrea Chenier. Son dos artistas que viven sus escenas como si fuera una representación, lo que se traduce en pura emoción, algo imprescindible en el repertorio verista y sobre todo en Puccini. Riccardo Frizza estuvo siempre muy atento a los cantantes lo que ayudó a una plena concertación, salvo algún ligero desajuste.

Una gran velada lírica que quedará en el recuerdo de un público que llenó la Sala Argenta, incluso con aficionados venidos de Oviedo, Bilbao o Madrid.

Por cierto, la puntualidad exquisita del comienzo a las 20.00 horas es una nota de seriedad y profesionalidad por parte de la organización del FIS que hacía tiempo no se veía. Que espabilen los tardones habituales porque se quedan fuera.