María de Buenos Aires, el tango-operita triunfa en Santander
El Palacio de Festivales acogió la ópera tango con una estructura formal de teatro musical
Después de años de ausencia, este viernes, día 18 de febrero, ha regresado la lírica al escenario del Palacio de Festivales de Cantabria, y lo ha hecho con una apuesta arriesgada, con una obra infrecuente y de difícil contexto y conocimiento. ‘María de Buenos Aires’ definida como ópera tango y con estructura formal de teatro musical.
Estrenada en Buenos Aires en 1968, fue un proyecto común entre el gran músico argentino Astor Piazolla y el poeta uruguayo Horacio Ferrer, dos de las figuras artísticas más importantes del siglo XX. Ambos autores denominaron a su obra como “tango operita”, estamos ante música vocal e instrumental, nacida para ser oída del mismo modo que se escuchan los tangos en las tanguerías porteñas.
La obra se estructura en 16 cuadros donde se va desgranando de forma simbólica y, a veces, surrealista, la historia de la heroína, de nombre María, que simboliza la propia trayectoria del baile y la música del tango. Los paralelismos con la religión son constantes con similitudes a la Anunciación de la Virgen, la muerte de María, su ascensión al cielo y resurrección.
En los dos primeros cuadros, ‘Alevare’ y el ‘Tema de María’ está concentrado todo ‘María de Buenos Aires’, con su música melódica que servirá de leitmotiv en cada aparición de la protagonista. La evolución de la historia con ese paralelismo religioso y clerical, se va definiendo en cada cuadro: ‘Tocata rea’, ‘Miserere canyengue’, ‘Milonga de la Anunciación’, hasta el último ‘Tangus Dei’. Dos personajes fundamentales harán de guía y conductores del desarrollo de la historia, El Duende y Payador, junto a diversos personajes que complementan la trama argumental.
Al ser una obra cargada de simbolismo, no es fácil ponerla en escena. Para su producción en Santander se ha contado con un equipo escénico y artístico que han conseguido un resultado sorprendente por inteligente y práctico.
En este tipo de obras no te puedes complicar la vida intentando hacer algo desproporcionado e imposible. Hay que jugar con las imágenes, los símbolos, y aquí es donde ha estado la clave del éxito.
La dirección de escena ha estado a cargo del director teatral Íñigo Santacana, apuesta por el minimalismo escénico, pero con un diseño de iluminación de perfecto encaje en casa escena, todo medido al milímetro, dando la ambientación necesaria a la historia y la evolución de los personajes.
A destacar la efectista escena de la Anunciación, o la muerte y ascensión al cielo, literal, de María. El diseño escenográfico y de iluminación a cargo de Víctor Longás se asemeja, como bien se define la obra, a una buena producción de teatro musical.
Vestuario
El vestuario diseñado por Paula Roca es más discreto, solo destacando el vestuario de la protagonista, siempre de blanco largo excepto para su momento en La Sombra de María, vestida de negro.
En la parte musical, se contó con 15 músicos integrantes de la Orquesta Sinfónica del Cantábrico, (¡cuándo podremos contar en Cantabria con una orquesta sinfónica oficial!) dirigidos por Paula Sumillera, de gesto conciso, sin extravagancias y siempre atenta a la concertación con los cantantes. Es una partitura donde el ritmo que predomina es el tango, y por este motivo es necesario el uso de amplificación tanto de la orquesta como de los protagonistas. A destacar los solistas de violín, del piano y, por supuesto, del bandoneón.
Buen resultado del reparto, aunque se echó de menos el acento porteño, destacando a la mezzosoprano segoviana Cristina del Barrio como María, al barítono donostiarra Juan Laborería como Payador y al actor Daniel de la Hoz como El Duende. Un trabajo muy serio de todos que ha dado como resultado un éxito general para el Palacio de Festivales y que es merecedor de ser visto en otros teatros de nuestro entorno.
Y un tirón de orejas a los diseñadores del programa de mano: que no figure una breve biografía de los principales cantantes y directores, o en la página web, es una omisión imperdonable y una falta de atención hacia todos ellos. Ni siquiera se hace constar que es una producción propia del Palacio, lo que da una imagen de desdén nada beneficiosa.