ENTREVISTA

‘Nunca estuvimos allí’, el primer thriller de la escritora cántabra Gema Quintial ambientado en Comillas

Gema Quintial cuenta dos historias paralelas en su novela y la investigación de los casos.

Esta diplomada en Relaciones Laborales trabaja en su segunda novela y su idea es continuar con la saga de Olivia Llanos y Bruno Marciel y con base en este municipio turístico, pero con diversas subtramas

Una trabajadora del Ayuntamiento de origen alemán que desaparece al borde de un acantilado y un hombre ligado a los negocios inmobiliarios que muere envenenado. Son las dos historias que transcurren de forma paralela en ‘Nunca estuvimos allí’, el primer thriller de la escritora cántabra Gema Quintial ambientado en Comillas.

A partir de estos dos sucesos se inicia una investigación por parte de la Guardia Civil en donde se involucra también Olivia Llanos, una periodista, natural del pueblo, que ejerció su profesión en Madrid, aunque regresa a la villa tras varios años y que es hermana de Max, uno de los guardias civiles.

Natural de Santander (1989) y diplomada en Relaciones Laborales por la Universidad de Cantabria, Gema Quintial aseguró que creció en Ajo, en Bareyo, una localidad turística, costera y con acantilados. Sin embargo, se decantó por Comillas para situar la trama de esta novela negra.

“En el colegio nos llevaban de excursión a la zona Occidental de Cantabria muy a menudo y  una parada obligatoria era Comillas. A mí siempre me encantó aquella villa por sus calles empedradas que parecían sacadas de un cuento, los edificios tan originales y con tanta historia, la playa... Es cierto que crecí en un pueblo también costero, pero Comillas se me quedó grabado en la mente por la sensación que me causó en la infancia”, explicó la escritora sobre su elección.

A ello añade como un punto a su favor que existe un puesto de la Guardia Civil frente a la playa y ese lugar le sirvió para situar las dependencias que describe en la novela y donde se desarrolla parte de la acción.

En su opinión, Comillas es una villa para perderse y desconectar. “Caminar por sus calles estrechas rodeado de balconadas adornadas con geranios, asomarse al mirador del monumento del Marqués de Comillas o visitar El Palacio de Sobrellano  y El Capricho de Gaudí son pequeños placeres que evaden a Gema Quintial de la rutina diaria.

Además, suma a la ecuación la presencia del Mar Cantábrico, con lo cual tiene la fórmula perfecta para ser uno de sus pueblos favoritos.

Y precisamente, a partir de esa elección, ‘Nunca estuvimos allí’ realiza un recorrido por diversos escenarios existentes en realidad en ese municipio, como la casa del fantasma, la plaza o el restaurante de los tíos de Olivia.

“Si, sin duda alguna”, afirmó la escritora, ya que Comillas ofrece tanta riqueza a nivel arquitectónico que es imposible no inspirarse en ello para narrar la historia. Además, puede actuar como un reclamo para el lector, puesto que conocer esos lugares o que ciertos escenarios se parezcan a lugares reales con ciertas concesiones, crea más empatía y curiosidad.

Pero, por otro lado, al contrario, los personajes están sacados de su imaginación, aunque con alguna  excepción. Por ejemplo, Olivia Llanos tiene muchos rasgos de su propio carácter y muchas de sus vivencias tienen una base de sus experiencias personales.

El único personaje real es Eduardo Reverte. Para darle vida, se inspiró en un profesor que tuvo en su época de instituto, Eduardo Gómez Rodríguez, quien, a su entender, fue un auténtico ejemplo de sabiduría y humildad. “Lamentablemente falleció antes de enterarse de que esta novela iba a ver la luz”, recordó su exalumna.

Y a pesar de que es una lectora asidua de los artículos de sucesos criminales en los medios de comunicación para documentarse acerca de los procedimientos que sigue la Guardia Civil, en esta novela todo ha sido ficticio, no ha habido un suceso en concreto que le haya marcado para escribirla, salvo en ciertos aspectos más personales de algún personaje. 

Dar el paso

Ávida lectora desde muy temprana edad, Gema Quintial rememora que desde que tiene uso de razón se recuerda sentada en la biblioteca del colegio, escogiendo libros para llevarse a casa. Pero, hay un punto clave a los 12 años de edad que le marcó especialmente.  Su madre compró un libro de misterio en verano que leyó también por curiosidad y fue en ese momento, sin lugar a dudas, cuándo comenzó su afición por la novela negra. “Así que, de alguna manera, se lo debo a ella”, subrayó.

A partir de ese instante, se convirtió en una asidua lectora de obras de género negro y policíaco durante su adolescencia y en su época universitaria comenzó a germinar en su  mente la idea de narrar una historia propia desarrollada en Cantabria. Frecuentemente se asocia la novela negra con el norte de Europa, frío, nieve, pocas horas de luz..., pero pensó que su tierra también es un lugar con escenarios increíbles para dar rienda suelta a su imaginación. Además, hace hincapié en que, una vez, leyó que es una apuesta segura escribir sobre un lugar que conoces a la perfección.

Todo ello, sumado a un fracaso personal y laboral, hizo que decidiera, por fin, comenzar las primeras páginas de su novela. “Fue una forma de desahogarme y de tener la mente despejada tras un período duro”, describió sobre el inicio de ‘Nunca estuvimos allí’.

No hay que dejar de lado que en su adolescencia comenzó a escribir relatos cortos para distintos concursos escolares en la Comunidad. En concreto, en el instituto en el que estudió  y que convocaba un certamen anual, coincidiendo con la celebración del Día del Libro. Relatos que se entregaban de forma totalmente anónima, con la inmensa suerte, recuerda, que siempre recibió algún premio. “En mi último año quedé en primera posición, lo que me ayudó, sin duda, a no abandonar esta afición que se ha convertido en una pasión”, manifestó.

Y aunque suene raro, encuentra más difícil escribir un relato corto que una novela, puesto que no se puede explayar en describir a cada personaje y, a su entender, sin esas descripciones se pierde toda su esencia.

Y como no podía ser de otra forma, con ese pasado, se decantó por el thriller, como lectora compulsiva que es del género negro desde los 12 años. A su juicio, un thriller mantiene la tensión del lector y su mente se concentra solamente en adivinar quién es el culpable. “Me gusta mucho jugar a despistar al lector y me divierte crear escenas al final de cada capítulo en las que dejar un enigma”, puntualizó.

Por ese motivo, de momento no se ve escribiendo otro tipo de género, si bien no descarta  adentrarse en alguna novela de humor en la que varias mujeres sean las protagonistas.

Estilo

Aunque cree que su estilo es totalmente propio, también admite que es imposible no tener ciertas influencias, siendo tan aficionada a la lectura. “Lo bueno de ello es que no me cierro a ningún autor y voy conociendo cada vez nuevas formas de dar vida a una historia”, señaló. 

Las grandes reinas del género policíaco nórdico, como Camilla Lackberg, Mari Jungstedt y Assa Larsson, o los éxitos de María Oruña, en el plano nacional, son pequeños ejemplos de escritores que le inspiran.

Y se atreve a la hora de recomendar algunas novelas de este género como ‘La princesa de hielo’ de Camilla Lackberg, en general cualquiera de sus obras incide, ‘La isla de las últimas voces’  de  Mikel Santiago, ‘El silencio de la ciudad blanca’ de Eva García Sáenz de Urturi o ‘El muñeco de nieve’ de Jo Nesbo.

Y cuándo se le pregunta sobre las características que debe tener una buena novela negra, esta santanderina, que ejerce su profesión en Múnich, en Alemania, tiene sus apreciaciones. Desde su punto de vista, obviamente, aparte de una historia original y que enganche, lo más importante es crear unos personajes potentes, que te ayuden a conectar con el lector y que no sean planos. “Es decir, que tengan defectos, manías, que cometan errores... Es muy fácil describir a un héroe, pero creo que ese tipo de personajes no llegan a calar del todo en el público”, comentó.

La escritora prepara su segunda novela, donde repetirán algunos protagonistas.

De igual forma, considera importante un buen escenario, ya que en muchas ocasiones estos lugares actúan como si de un personaje más se tratase y, por supuesto para finalizar, la coherencia a la hora de hilar las tramas para darlas un final con sentido.

Tras su incursión en el mundo literario, esta escritora trabaja ya en su próxima novela “y ojalá vea la luz algún día”, indicó. Su idea es continuar con la saga de Olivia Llanos y Bruno  Marciel.  En principio, la base seguirá siendo Comillas hasta que las dependencias de la Guardia Civil se vuelvan a reconstruir en Santander, pero avanza que aparecerán ciertas subtramas que se desarrollarán en otros lugares de Cantabria.

En este laborioso trabajo de escribir, Gema Quintial explicó que no tiene ninguna manía. “En absoluto, no soy nada maniática ni supersticiosa. Puedo pasarme más de un mes sin escribir una letra y, sin embargo, hay temporadas que necesito hacerlo a diario”, reflexiona. Ante esta situación, escribe cuando se siente totalmente inspirada y dispone de toda la información que necesita en las escenas que precisan de una documentación previa.

Al mismo tiempo y dada su vida personal, añade que es difícil establecer un horario con un bebé en casa, aunque es cierto que siente predilección por las horas previas al mediodía en el momento de ponerse a dar forma su historia.

Libro en papel

Cuando se habla desde hace años de la desaparición del periódico en papel, esta cántabra se muestra defensora del libro en este formato. “Tiene más futuro que nunca”, puntualiza.

Considera que ha existido un auge en esta afición en los últimos tiempos y las acciones por parte de las editoriales y librerías están haciendo un trabajo magnífico para contribuir. Por  ejemplo, dándonos  oportunidades a los nuevos escritores, celebrando ferias en las que el libro físico es el protagonista u organizando firmas con los autores, entre otras.

“Yo no soy usuaria del libro electrónico, para mí leer es sinónimo de pasar hojas y aspirar ese olor tan característico. Pero soy partidaria, me parece muy práctico a la hora de viajar y te da  la oportunidad de leer cuando en determinadas circunstancias no puedes llevarte contigo el libro físico”, reseñó.

En cuanto a su experiencia en esta aventura de publicar su primera novela, suena a tópico pero remarca que está viviendo un sueño. El hecho de que sus personajes y sus vidas puedan llegar a cualquiera en el mundo le parece aún increíble. Fueron creados de la nada y, sin embargo, se han convertido en parte de su familia. Que sean conocidos por los lectores y que estos puedan llegar a sentirse identificados con ellos es un logro porque ese es el sentido de esto: provocar sensaciones.