CRÍTICA

Una 'Sylphide' con sabor a despedida en el Festival Internacional de Santander

La Compañia Nacional de Danza interpreta el ballet 'La Shylphide', dirigido por Joaquín de Luz en la 73 edición del FIS

El Palacio de Festivales acogió la representación del primer ballet romántico de la historia

FICHA:

-Festival Internacional de Santander. Ballet: 'La Sylphide'. Coreografía: August Bournonville. Música: Herman Severin Lovenskjold. Compañía Nacional de Danza. Reparto: Giada Rossi, 'La Sylphide'; Thomas Giugovaz, 'James'; Felipe Domingos, 'Gurn'; Irene Ureña, 'Magde'; Daniella Oropesa, 'Effie'. Dirección: Joaquín de Luz. Palacio de Festivales, jueves, día 8 de agosto de 2024.

-Calificación (sobre 5): ***

En diciembre del pasado año, Joaquín de Luz estrenaba en el Teatro de la Zarzuela con la Compañía Nacional de Danza (CND) una nueva producción escénica de 'La Sylphide', considerado el primer ballet romántico de la historia. Tuvo buenas críticas y un gran éxito de público, pero a pesar del éxito y del viento de cara que llevaba la CND, tres meses después, en marzo de este año, el Inaem, dependiente del Ministerio de Cultura, decide no renovar el contrato a Joaquín de Luz como director artístico de la misma.

Se ha hablado mucho de las posibles razones de esa decisión, y parece que priman los argumentos políticos sobre los artísticos, lo cual evidencia un panorama desolador en cuanto a la gestión cultural de las entidades nacionales dependientes del Inaem. La Compañía Nacional de Danza, continuó con su andadura y decidió llevar su producción de 'La Sylphide' a Sevilla, al Festival de Música de Granada y ahora al Festival de Santander, la que ha sido la última actuación con Joaquín de Luz al frente de la misma.

Con la función de este jueves, ha sido la segunda ocasión que el Festival santanderino programa este ballet. La anterior ocasión fue en 2007 con el Boston Ballet y con orquesta en directo y, casualidades de la vida, en esa misma edición hubo una Gala de estrellas de la danza donde bailaron los solistas de New York City Ballet, incluyendo a un joven Joaquín de Luz que ya era una auténtica figura internacional.

La versión de 'La Sylphide' que hemos visto en Santander es la del coreógrafo danés August Bournonville, quién en 1836 estrenó su versión con música de Herman Severin Lovenskjold, que es la que ha quedado como referente, convirtiéndose en el ballet conservado más antiguo del periodo romántico.

La versión de Joaquín de Luz conserva casi intacta la coreografía original de Bournonville, salvo algún cambio en las técnicas de la escenografía y la actualización del vestuario, más vistoso y elegante. Se ha contado con la maestra danesa Petrusjka Broholm para la puesta en escena y como ayuda a los bailarines en esa primitiva técnica balletística de 1836.

En aquella época aun no se diseñaban grandes momentos de virtuosismo en los bailarines, pero sí fue la primera vez que a los hombres se les hizo bailar con escenas de lucimiento, y no como simples acompañantes de la bailarina protagonista.  

El reparto que ha bailado en Santander tuvimos que buscarlo en la página web de la CND por no figurar en el programa de mano.  Están todos en un gran nivel técnico y se nota en su evolución. Una etérea Giada Rossi encarnó a la sílfide protagonista y un estupendo Thomas Giugovaz volvió a hacerse cargo de James, con una interpretación más audaz y sólida en sus saltos y sus variaciones, sobre todo en el segundo acto.

Brillante estuvo Felipe Domingos en el papel de Gurn, así como Irene Ureña como la bruja Magde. Bien el resto del reparto, elegantes y disciplinados.

La escenografía de la producción es sencilla, con algunos números mágicos, basada en la idea original de Bournonville, con una correcta iluminación y el elegante vestuario diseñado por Tania Bakunova, sobre todo para el acto blanco del bosque.

Somos conscientes de las grandes dificultades que existen para financiar una producción de ballet o de ópera de alta calidad, pero un Festival Internacional que pretende ser de referencia, no puede programar un título clásico de ballet sin orquesta en el foso. La imagen que se da con la música grabada, y con el nefasto sonido de la megafonía del Palacio de Festivales, es muy negativa tanto para el propio Festival como para los artistas que actúan en ella.

A pesar del éxito artístico, hubo cierto aire de frialdad del público que abarrotaba la Sala Argenta, tal vez por esos detalles o porque es un título poco virtuosístico. Incluso la despedida a Joaquín de Luz en los saludos finales quedó algo desangelada, con un ramo de flores (que tuvo el gesto de dárselo a la bailarina protagonista) sin ninguna mención al respecto. Creemos que por su brillante trayectoria artística era merecedor de algo más emotivo. Son detalles, no menores, que quedan en el “debe” del Festival.