¿Los derechos humanos se diluyen?

A golpe de realidad, vamos digiriendo noticias que, en el fondo, creíamos imposibles, más propias de la ciencia ficción. Es aquello de que ni el mejor guionista puede competir con la realidad.

Pensar que un individuo con más causas judiciales que días tiene el año, procesos que repugnan en cualquier democracia, desde alentar la toma del Capitolio, sede de la voluntad popular de su propio país, hasta instigar y presionar para cambiar los resultados electorales, pueda tener el apoyo de más de 70 millones de personas, es un golpe para cualquier lógica.

Algo, desde la distancia, se nos escapa. Pensar en qué manos está el armamento nuclear, la economía mundial y el respeto a los derechos humanos da auténtico vértigo.

Comparar delitos es siempre peligroso. Puede que las conductas del hijo del presidente Joe Biden tengan menos trascendencia, compra de armas, consumo de drogas o evasión de impuestos federale, pero, cuando te presentas como un adalid de la democracia y la moral, indultar a tu propio hijo deja a tu partido a la misma altura ética de aquello que tanto criticaste. Esa sensación injusta y desmotivadora de que "todos son iguales" termina calando.

Aunque, si hablamos de desastres, injusticias y violaciones de derechos humanos, basta con mirar lo que sucede en Palestina. Cualquiera con un mínimo de sensibilidad cae en un profundo pesimismo al observar cómo algunos políticos, amparados por el poder, pueden aplastar a un pueblo, aniquilar a inocentes y justificar matanzas. Las denuncias que se hacen parecen destinadas más a la galería que a resolver estos horrores. Con Netanyahu y Trump como protagonistas, ¿qué podría salir mal?

Por si fuera poco, ahí está la guerra en Ucrania, una contienda que "duraría días" y que ya forma parte del paisaje. En los informativos, va quedando relegada a lo que en baloncesto llaman "los minutos de la basura". Parece que los muertos de esta guerra y los millones de desplazados no merecen nuestra atención ni compasión.

Da miedo cómo hemos caído en un individualismo atroz. A través de las redes sociales, nos informamos mediante algoritmos diseñados por unos pocos para aumentar su poder. Las noticias de ayer, por muy duras que sean, se convierten en pasado a los pocos minutos.

Quizás no sea necesario irse tan lejos. Tenemos un gobierno que se autodenomina progresista, como si con esa etiqueta se garantizara la justicia social. Pero, ¿cómo es posible que un Ministerio del Interior, dirigido por un juez, encubra los episodios más vergonzosos de nuestra historia reciente?

¿Quién se acuerda hoy de los muertos en nuestras fronteras? La tragedia en la valla de Melilla,  Marruecos y España lo han tapado, la impunidad y el oscurantismo se han perpetuado, aquellos pobres que fueron aplastados literalmente.

¿Quién recuerda a los muertos en el Tarajal? Episodios como ese se archivan en la memoria colectiva. Lo mismo ocurre con el abandono del pueblo saharaui, una traición despiadada y contradictoria con los valores que se proclaman.

La hipocresía es una constante. Vemos a algunos se declaran defensores de los derechos de las mujeres caer en acusaciones de abusos sexuales. Mientras tanto, más de 50 mujeres son asesinadas cada año en nuestro país por violencia machista, un problema que parece haberse convertido en parte del paisaje, recordado solo en fechas específicas, para luego olvidar el derecho humano más básico: el derecho a la vida.

Los derechos humanos son pisoteados incluso por quienes dicen enarbolarlos como bandera. Se usan de manera partidista para acusar al adversario de incumplirlos, mientras su respeto parece diluirse cada vez más.

La pobreza está muy cerca de nosotros, cada vez son más las familias que tienen serios problemas para llegar a fin de mes, los barrios marginales siguen aumentando su población, y son escondidos para no molestar a los ojos de los turistas que llegan atraídos por una publicidad que solo enseña la cara A.

Vivimos una época de adormecimiento por parte de las autoridades, más interesados en mantenerse en el poder que en defender los ideales que les definieron durante décadas. Enfrente un crecimiento de extrema derecha en toda Europa, con recuerdos que te pueden helar el corazón.

A veces, el pesimismo nos invade y sentimos que todo está perdido. Pero la esperanza vive en los anónimos: en quienes apagan fuegos, retiran el barro o simplemente sacan una sonrisa en medio del caos. Son ellos los que realmente iluminan este mundo.

Este 10 de diciembre de 2024 este día de los Derechos Humanos, que son un camino hacia las soluciones, desempeñando un papel fundamental como fuerza preventiva, protectora y transformadora. Como ha dicho el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, “los derechos humanos son la base de sociedades pacíficas, justas e inclusivas”.

Un pequeño grupo de ciudadanos y ciudadanas, comprometidos en la divulgación y defensa de los derechos humanos, es una la semilla que puede hacer un mundo más justo. Por ello, este sábado la Asociación de Maltratados por la Administración (AMA) celebra el acto de apoyo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos a las 11.00 horas en el Centro Cultural de Argoños.

Bajo el lema: la Declaración Universal es la garantía de la vigencia de nuestros derechos fundamentales, la de los derechos de todos los seres humanos.

“Defendamos,  activamente, los Derechos Humanos“

A este acto está invitado todo el que quiera leer, divulgar, nuestro Derechos Humanos.