Las esculturas de hormigón

Si te das una vuelta por muchos pueblos y ciudades de nuestro país, se pueden contemplar esos esqueletos de hormigón, estructuras de la construcción de viviendas que se han quedado a medio camino, por diversas causas, pero que llevan años y años sin terminar las mismas.

Son vestigios de los horrores, de disputas urbanísticas, de la avaricia de algunos, procesos interminables, donde al parecer lo que menos importa es el impacto visual, donde la corrupción del ladrillo corría por las venas de las administraciones públicas y donde han dejado su huella en estos monumentos.

Es verdad que hay otras que están terminadas y pueden pasar al mundo de esos horrores, pero para gustos colores, me viene el recuerdo de un hermoso pueblo pesquero de Asturias, con sus casas marineras y un mastodonte de hotel en medio del puerto, que verlo asusta hasta al buen gusto.

Por no hablar de esas fábricas, pabellones e instalaciones abandonas, que no pocas veces son cuna de aquellos que la vida les enseña el lado más oscuro.

No existen estadísticas fiables sobre el número de obras que quedaron a la mitad, sin terminar. Esos esqueletos de hormigón, que es muy fácil encontrarse con ellos en el entorno de cualquier gran ciudad e incluso no tan grande. Aquella burbuja del ladrillo sin duda ha dejado sus huellas y no solo las económicas. A veces no es un edificio, sino grandes urbanizaciones donde están las farolas que nunca se encendieron, las calles asfaltadas a medias, incluso bocas de incendio donde nunca ha llegado el agua.

Cuesta entender el comportamiento de las administraciones, tan exigentes con unos ciudadanos, tan comprensivos con otros, normalmente aquellos que tienen contactos, que saben moverse dentro de las instituciones, que sus abogados ponen recursos hasta el infinito y más allá.

Lo de la igualdad de armas ante la ley, es una quimera puesta en un documento oficial, después está quien aplica la misma y los diferentes criterios, que sería para estudiar en la antología del disparate, como dice el saber popular, si tienes un buen padrino, la boda será por todo lo alto, por muchos que todos tengamos el mismo derecho.

Pasear por  la orilla del mar, o por el principal parque de la ciudad, y a su lado ver un mamotreto de hormigón, que tapa las vistas y es un atentado contra el paisaje, es para no creer y pasan los años, las décadas y el monumento al despropósito sigue ahí, desafiando, las leyes incluso la del sentido común.

Todo ello es símbolo de la despreocupación. En mi pueblo hay un monumento de estos en el mismo puerto industrial, lo recuerdo desde mi tierna edad, y eso que peino canas, para más inri, está en un terreno de la autoridad portuaria, se ve que no han tenido tiempo ni para acabar la obra, ni para derribarla.

No estaría de más investigar esas estrechas convivencias, a veces demasiado, entre quiénes están en los puestos de poder en las administraciones públicas y los anidan por esas instituciones. Los lobbistas que buscan influir en la toma de decisiones y siempre tienen intereses muchas veces poco confesables.

Te puedes enconntrar a servidores públicos electos y no electos que son directamente constructores y empresarios del sector, donde la confluencia de interés pasa a ser harto, sospechosa, mira que se han puesto incompatibilidad, pero en este país puedes ser alcalde, concejal, secretario y ello no te priva del santo derecho a ser constructor, vamos en algunos pueblos ni a serlo en tuyo propio.

Recuerdo un pueblo de  Cantabria de esos que vive del turismo esencialmente y, donde el líder de oposición y el alcalde eran los dueños de las principales constructoras de la zona; vamos, lo del zorro a cuidar de las gallinas.

Dicen que la arquitectura de un lugar es la visión, o carta de presentación, de los que viven en el mismo, representa su cultura, sus valores, el reflejo de la identidad de un pueblo. Merece la pena cuidar mucho más nuestro entorno, al final es la casa común de los que vivimos en el mismo.

Se echa de menos los controles por parte de la justicia, de administraciones superiores e incluso ese periodismo de investigación, de un contrapoder, al poder de dinero, aquello de si debes a un banco tienes un problema,  quién le debe millones el problema lo tiene el banco. Todos somos iguales ante la Ley según nuestra constitución, pero algunos son más iguales que otros.

Cuando miras quienes son los dueños de los principales medios de comunicación se puede llevar muchas sorpresas, a veces las noticias no son solo noticias también tienen un interés que va mucho más allá de los que nosotros podemos ver.

Se puede acabar siendo un loco conspiranoico, que ve el mundo de los horrores por todos los rincones, pero no estaría mal, que a esos rincones también llegará la justicia, que los monumentos de hormigón monumentos son, y a la vista de todos están, no se esconden y su sola presencia nos recuerda, cuando desigual es la aplicación de las normas.

Los que han sido o somos víctimas de los ilícitos de las administraciones, cuando vemos estos monumentos de hormigón, nos recuerdan qué fácil es para algunos hacernos daño y qué difícil es para otros que el mismo se repare.