La Residencia

Sarria es un pueblo, bueno una villa real, fue el propio rey Alfonso IX quien le dio título y fuero. 

Enclavada en esa Galicia profunda, verde y hermosa, cruce de caminos a casi 30 kilómetros de todo: de Lugo, de Monforte, de Becerreá. Inicio para muchos del Camino de Santiago, se encuentra a unos 111 kilómetros de distancia, por lo cual desde ella se puede ganar la “Compostela”, acreditación de la peregrinación a la tumba del Apóstol Santiago, haciendo más de 100 kilómetros andando o a caballo.

Con poco más de 13.000 habitantes, Sarria tiene un encanto especial, con su malecón que hace sentirse a los cubanos como en casa y a los sarrianos en Cuba, eso sí, en tamaño reducido y sin mar, pero con sus dos ríos: el de su propio nombre u Oribio, que pasa por este malecón y el Celeiro, que cruzan los peregrinos por el Ponte da Áspera camino de Santiago, y sigue su curso por cerca de la estación. Tiene un casco antiguo donde se pueden rodar películas ambientadas en la Edad Media sin necesidad de decorados. Desde la gran Torre, dicen que desde allí todo se ve, bien merecía ser mejor cuidada y estar abierta, para contemplar la comarca.

Quien pase por esta zona que no se prive de deleitarse con sus viandas, en sus pulperías, restaurantes, panaderías, carnicerías, pastelerías… Quizás no sea el mejor sitio para iniciar una dieta de adelgazamiento, pero ¡y lo que vamos a disfrutar!

Si algo merece destacar por encima de todo, es la amabilidad y solidaridad de sus gentes. Esta solidaridad se puede ver plasmada sobre todo en una obra municipal, la residencia de mayores “Nuestra Señora del Carmen”. Es verdad que en muchos pueblos y ciudades hay residencias, pero en muy pocos estas son mantenidas y sufragadas exclusivamente por su Ayuntamiento.

La residencia construida en la década de los ochenta, sobre los cimientos de una hermosa obra asistencial de más de un siglo de historia, pasando de hospital a asilo, actualmente conserva su nombre. El paso del tiempo y la falta de financiación nos hace ver que tiene carencias estructurales, por ahí andan tapando goteras, y como diría Juan Manuel Serrat, “Por cierto, al edificio no le iría nada mal una mano de pintura”, unas cortinas nuevas, una sala de reuniones en condiciones ... Pero con los recursos que hay, lo perentorio es antes.

Todas estas carencias, y algunas más, las suple el trabajo, la amabilidad y profesionalidad del personal que allí trabaja, porque hay jaulas de oro donde uno se puede sentir solo, y hay residencias que pueden tener carencias, pero se nota, que se salvan con calor humano.

Es muy loable el esfuerzo del pueblo de Sarria y el de familias de las personas que en ella conviven, para mantener esta residencia, es un orgullo saber cuidar a nuestros mayores. Cierto, que las últimas adaptaciones de los costes han supuesto una importante subida de los precios para muchos de nuestros mayores. Lo que no tiene mucha explicación es la falta de apoyos institucionales a esta residencia, por parte de los organismos públicos que tienen esta función, además de tener los recursos necesarios para un mejor mantenimiento de las mismas, como son la Diputación de Lugo y la propia Xunta de Galicia y si no puede ser una financiación total, al menos asumir parte de la misma.

Ahora, que en esta zona están en elecciones, cuando se les llena la boca a nuestros representantes de promesas, miren ustedes no estaría nada mal, que cuidásemos mejor a nuestros mayores, que cuando la vida se encamina hacia su final, el mismo pueda ser lo más digno posible.

Esta residencia, tiene la peculiaridad de ser sufragada íntegramente por los vecinos del municipio, pero el submundo que se vive en las residencias, sus problemas, su falta de financiación, personal y plazas es una constante en todo el país.

Desde estas humildes líneas creo que no es mucho pedir, que se aumenten los recursos para el cuidado de nuestros mayores, que no sean parte del negocio privativo de algunos, cerca del 80 por ciento de las residencias son privadas, que a todo pueblo le define el cómo trata a los que nos han abierto el camino.

Por ello, hay que agradecer a los que viven en este hermoso pueblo de Sarria su solidaridad, que sean capaces de tener una residencia, de mantenerla con sus recursos y dar ejemplo a otras instituciones; aunque, no hay dudas, se necesitan mucha más plazas y más recursos, si miramos a nuestro pasado reciente, vemos las grandes deficiencias que muchos de estos centros padecen en toda España. 

El cuidado de nuestros mayores es una obligación de todo bien nacido, antes ellos lo han hecho por nosotros y debemos recordar, es muy posible, que si hay suerte, que por ese camino hemos de pasar.