Trump vence, ¿cuáles serán las consecuencias?

Cuentan los mayores que hubo un tiempo en el que una simple mentira podría descalificarte para ser presidente de los Estados Unidos. 

Hoy, sin embargo, hemos llegado a un punto en el que ser condenado por múltiples delitos puede incluso sumar votos. El victimismo como arma electoral.

Donald Trump se enfrenta a numerosos cargos graves, convirtiéndose en el primer presidente de Estados Unidos en ser declarado culpable de delitos penales. Desde su implicación en el asalto al Capitolio hasta sus intentos de manipular los resultados electorales, su historial incluye un catálogo de actuaciones ilícitas que, en otras circunstancias, lo habrían inhabilitado incluso para postularse a la presidencia de una comunidad de vecinos.

Sí, con 34 cargos ya confirmados y otros casos pendientes, y pese a esta carta de presentación ante los electores, Trump ha logrado ganar las elecciones. Esto plantea una profunda reflexión: ¿cómo es posible convencer a más de setenta millones de personas de que alguien con este currículum? ¿Qué ha sucedido en la sociedad para ser merecedor de tanto apoyo?

Reducir su victoria a los votos de los descontentos o de los antisistemas, y ​​atribuirla a un populismo que dice a cada quien lo que quiere oír, sería un análisis demasiado simplista. Este enfoque pasa por altos problemas más profundos en una sociedad que comienza a mostrar síntomas preocupantes; sería un reduccionismo que no ve los problemas de fondo como la propia, la caída o descomposición del imperio.

La pregunta no es cómo ha ganado Trump, si es por su carisma, por esa receta ultraliberal del hombre hecho a sí mismo, del millonario triunfador, que tanto se lleva en esa sociedad, sino cómo es posible que electorado haya obviado o perdonado cualquier actuación ilícita de una persona, que con cada condena, delito, declaración ante los jueces aumentaba su intención de voto.

Sin duda, Trump es un fenómeno mundial que se estudiará durante mucho tiempo, ha creado escuela, por ahí están los Bolsonaro, Milei, el virus trampista ya está aquí  en Europa con  Meloni,  Viktor Orbán, y  Marine Le Pen calentando el banquillo.

Puede que las recetas de trumpismo sean fáciles; lo que es complicado es saber cómo tantas personas las ven más atractivas, que las políticas convencionales. Lo cual habla por sí mismo del problema de los partidos tradicionales y su falta de políticas que sean atractivas e incluso creíbles para los ciudadanos.

Se puede hablar de cómo nos puede afectar la victoria de Donald Trump, en la seguridad y defensa en su relación con Unión Europea,  y posición con la OTAN, en la guerra en Ucrania, en la situación de Oriente Medio, y la situación desesperada en Palestina, pero sobre todo el veredicto de este día 5 de noviembre no solo pasa a ser el ganador de las elecciones, también está la situación político/jurídica, si quién gana en las urnas sus delitos dejan de serlo, son perdonados por los electores y con ello se crea una impunidad total. 

Está el Presidente de Estados Unidos por encima de las leyes, pues el Tribunal Supremo, de mayoría conservadora nombrada por él,  parece que va en esa dirección. Las urnas han dictado esta sentencia exculpatoria, pero quizás la pregunta es: ¿a dónde nos lleva como sociedad esta realidad?