La DANA que no ha dejado “nada”
En 2011, el humorista gráfico Sansón publicaba en el periódico Norte de Castilla la siguiente viñeta
Han pasado casi 14 años, y sobre lo que pretendía llamar la atención esta viñeta, se hizo realidad el pasado 29 de octubre con la DANA que afectó, fundamentalmente y con gran intensidad, a la provincia de Valencia, provocando un gran Riesgo; a día de hoy, el fallecimiento de 214 personas y 32 desaparecidos y miles de millones de pérdidas económicas.
Según los datos publicados por la Dirección General de Protección Civil, entre 2000 y 2020, las personas fallecidas por inundaciones en España ascendieron a 215 personas. Es decir, este evento de DANA, ha provocado, en un solo episodio, un mayor número de víctimas que las ocasionadas en toda España en las últimas dos décadas.
Las inundaciones ocasionadas por DANAs, otras grandes tormentas o cualquier otro factor, e incrementado por la acción humana, es un Peligro natural, el principal, que afecta al mundo actual (EMDAT, 2024) y, como no, también a España.
El Peligro natural cuando afecta a personas (10 o más personas fallecidas, o 100 o más personas afectadas, e incluso provoca pérdidas económicas, bien directas por afectación a diferente tipo de infraestructuras, o bien indirectas como pérdidas de ingresos, daños psicológicos, etc.) se transforma en lo que se denomina Desastre natural. También hay que considerar el grado de Vulnerabilidad, bien de las personas (por ejemplo, no es igual de vulnerable una persona anciana que una persona joven) o de las infraestructuras (no es igual de vulnerable una planta baja de una vivienda, que se inunda con facilidad, que una planta más elevada) ante ese peligro. Esto significa que el que se pueda producir un peligro en un determinado lugar, no significa que ese lugar esté en Riesgo. Sólo se estará en Riesgo cuando las personas o las infraestructuras creadas por el ser humano interfieran con dicho peligro y sean más o menos vulnerables.
Para reducir ese Riesgo es importante la toma de medidas previas a que pueda ocurrir el evento o peligro natural. Principalmente, hay tres medidas que contribuirán a reducir ese riesgo:
1) Evaluación y caracterización del peligro. Esta medida está a disposición de toda la población española, a través del Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables en el cual se delimitan las áreas del territorio, próximas a los principales cursos fluviales, tanto perennes como estacionales, con diferentes probabilidades de ser afectadas por un episodio de inundación.
2) Mitigación o reducción de la vulnerabilidad. Esto hace referencia a que en esas zonas inundables se deberían llevar a cabo medidas estructurales que contengan el evento peligroso, o bien evitar que la población habite las zonas de mayor peligro o, al menos, que se limite la habitabilidad en viviendas de planta baja.
3) Preparación y educación de la población. Esta es una de las tareas pendientes en nuestro país, en el cual, aunque existe la información, la población no se ve implicada en conocer los peligros a los que se puede ver expuesta. Por ello, desde las Administraciones competentes (primero los municipios) se debería trabajar en esta dirección, tanto informando como legislando.
Este episodio de DANA se considera que ha sido un evento histórico y extraordinario, con más de 700 litros por metros cuadrados, para el que nadie estaba preparado, tampoco los propios cauces de los ríos o rieras. Pero todos debemos saber, y así lo manifiestan todos los científicos, que esto se reproducirá, más tarde o más temprano, debido al cambio global y al continuo calentamiento que está sufriendo nuestro planeta.
Evidentemente, si en Valencia los sistemas de alerta y de alarma hubiesen funcionado correctamente, seguramente las pérdidas humanas no hubieran alcanzado esas cifras. Por otro lado, y en este sentido, siempre me vienen a la cabeza aquellas personas críticas que siempre ponen el grito en el cielo cuando los pronósticos meteorológicos no se cumplen y que solo alarman a la gente (siempre pensando en pérdidas económicas por turismo, entre otros.).
Las extensas pérdidas económicas siempre se podrían ver reducidas si se evitase construir o edificar en zonas calificadas como inundables. De esto se tiene que aprender, y sobre todo mejorar.
Esta DANA, que ha arrasado con todo, se repetirá, con mayor o menor virulencia, y todos hemos de estar preparados e informados, en la era de la información accesible y de la inteligencia artificial.