El irreductible y viajero emérito
Allá por las Navidades de 2020, escribíamos la columna titulada ¿se le permitirá al Rey Emérito regresar en esta legislatura?
Aunque pudiera parecer una premonición, no lo era. Bastaba con realizar en aquel entonces un análisis político sobre la nueva llegada de un Gobierno de Coalición, para situar sobre la mesa, un reloj de arena, el más adecuado para estos casos, y esperar acontecimientos….
Prácticamente ha transcurrido la Legislatura y el Emérito continúa en su exilio particular a tenor de las circunstancias.
Las mismas son complejas y nos somos quiénes para valorar su orden particular y familiar.
En alguna otra Columna hemos añadido durante 2022, comentarios sobre su “eclipse” y quizás la “pesadilla” que supusiera su destierro.
A lo largo de mi vida profesional he coincidido con él en cinco ocasiones: 1978, Irán; Expo 92 (tres ocasiones); y 2006, visita oficial Sus majestades Reyes Noruega a España.
Mis impresiones respecto a nuestros Reyes fueron de encontrarme ante dos auténticos profesionales de sus responsabilidades, que desempeñaban sus actuaciones como si se trataran de los mejores protagonistas formados en el Actor Studio de Nueva York.
Allá donde estuvieran, sabían en todo momento a quién atender y tiempo de dedicación.
Como les indicaba, mi primera coincidencia con él fue en 1978, en Teherán, poco antes de la caída del Sha de Persia, la cual se perpetró en los primeros días de 1979.
Posiblemente le fuera planteado al entonces nuestro Monarca, durante su visita una acogida temporal en España, situación que no fue factible en ningún país dado el extenso peregrinar que le tocó vivir a la familia real persa en función de las amenazas ejercidas por el régimen del Ayatola Jomeini a quién le acogiera.
Recuérdese a Salman Rushdie, autor de la obra Versos Satánicos, que fue amenaza, después convertida en agresión grave en el Reino Unido con graves secuelas.
Volviendo de nuevo a nuestro emérito y considerando los supuestos motivados para su exilio, y, asumiendo un mínimo de certeza en lo que se ha venido manifestando, ¿quién va a ser en estos tiempos tan incauto de pensar qué ciertas y determinadas “fermentaciones económicas” que se producen en el interior del ser humano, puedan ser rechazadas cuando le vienen a su encuentro?
No me refiero a que pueda ser un ejemplo viviente, no, ya que ese tipo de fermentación económica se encuentra reservado para ese nuevo tipo de Sociedad que se ha creado, tratándose de un mal endémico, el cual debe comenzar a regenerarse por los propios políticos y jerarcas.
En 2017, escribí un Artículo sobre lo que en mi opinión pudo tratarse del primer caso de corrupción en España a través de los afamados modificados de obras.
Se trataba de la construcción del emblemático acueducto de Segovia– Siglo II d.C. sobre cuyo coste, realizamos un estudio.
Aunque es difícil llegar a cifras concluyentes y exactas, pero teniendo en cuenta el edicto del emperador Diocleciano del año 301 de precios máximos, podría resultar razonable estimar que el Acueducto de Segovia se inició con un presupuesto de unos 40 millones de euros, pero que se finalizó a un coste aproximado de 320 millones de euros (un 800 por cien más).
Dicha figura ha sido en la construcción durante siglos, modelo clave de producir sobrecostes en sus precios.
Si como se ha demostrado desde Fenicios; Romanos, entre otros, este tipo de “fermentaciones económicas” en los bolsillos, han formado parte de nuestro ADN durante siglos, perviviendo en nuestra sociedad, y raro es el día en que no surge algún que otro escándalo, y visto el supuesto que España ha sido tradicionalmente muy generosa con sus monarquías, córrase otro tupido velo, dejándose a este hombre en sosiego, que vaya de acá para allá, donde le apetezca, pero con menos focos.
¡Más le valdría a este país dedicarse a la autogeneración de sus políticos, reduciendo la carga que soportan por el peso de las dificultades las deformes espaldas de los españoles ¡