¡A la hoguera!
Hace poco un amigo me mandó un mensaje extrañado por no haber recibido artículos míos y, con educación, me pedía una explicación al respecto.
En ese instante, y contenida por la rabia que sentía desde hacía tiempo, le confesé que eran malos tiempos para la lírica, como diría la canción, y que tenía miedo, un miedo atroz a recibir una amenaza y ser enviada a la hoguera, no de las vanidades, no se despisten, si no a la que tiene rejas, porque creo que ahora es la más segura por cómo anda el patio.
Imagino que el pobre, por miedo a opinar por escrito lo que pensaba al respecto, no supo qué decirme y su silencio me expresó más que mil versos de Ovidio y Virgilio en un poema extenso de los de la época.
Estoy asustada, no lo niego, asustada de que me señalen por no estar dentro del pensamiento único y universal que ahora rige las altas esferas y que te condena, cual bruja de la Edad Media, porque alguien alegue que he mirado mal a otro o porque en vez de pan he pedido una barra de media cocción y eso es patriarcado en el amplio sentido de la palabra.
¡A la hoguera con todos los que no estáis en la sintonía de saber pensar como la Matrix y sus acólitos! Sois lo peor de la sociedad. Sois inmundicia por no delatar, por no juzgar, por no acusar y por no señalar con un dedo índice, que tiene tanta artrosis de hacerlo que ya ni huellas dactilares posee por las veces que lo ha usado, y no precisamente para satisfacer su miembro femenino al no preferirlo en vez de a un compañero o compañera en la cama, que hacen lo propio y sacian hasta al alcohólico en terapia grupal para salir del mono. El dedo ahora es la salvación orgásmica en toda regla,¡ hombre!
Ahora debéis denunciar todo lo que esté escrito en la Biblia del Nuevo Testamento antes de que Cristo sea acusado de un paternalismo extremo y sea crucificado con la madera del Congreso para saber que esta arde como es debido para no dejar ni ceniza, porque es reciclable y se fundirá con el suelo al consumirlo.
¡No al patriarcado! ¡No a que pienses como quieras sin que te tachen de facha! ¡No a que des dos besos a tu vecino sin avisarle de que es agresión porque al hacerlo te ha mirado y después ha cerrado los ojos lascivamente! En definitiva... ¡NO A TODO! Como diría el Tricicle en su Skect de hace años.
Sois todos, presuntamente, unos machistas, unos salidos, unos mentirosos, unos trileros, unos proxenetas de la mujer, aunque sea vuestra abuela. ¡Machistas, más que machistas! Deberíais estar todos encerrados en un manicomio para que os practiquen una lobotomía de lo perturbados que estáis.
Dios mío, he empezado hasta a mirar de otra manera a mi hijo, a mi marido, a los esposos de mis amigas porque me violan con la vista. Me siento ofendida cada vez que me hablan porque cada palabra es como si me desnudasen con su entonación.
¡Basta de una santa vez! Estoy tan horrorizada con la mierda con la que nos queréis hacer comulgar que el pasaje del terror en Halloween me parece un paseo por las nubes porque me da risa en vez de pavor.
En mi casa antes de saber lo que era una mujer y un hombre me enseñaron la diversidad de pensamiento; lo que significaba ser trans, lesbiana o lo que uno quisiera.
En mi hogar se han recibido a todos con cariño, con respeto, con admiración y con loas a su lucha, sin otra arma que no fuera su identidad. Mis padres han luchado siempre para que ellos tuvieran sus derechos, su vida como les diera la gana y ahora hasta ellos mismos se sientes vigilados cuando lucharon contra la opresión sexual del franquismo y ven que los hombres ahora son juzgados por una inquisición que nunca desapareció. ¡Benditos ellos que me enseñaron que nadie debía juzgar a otro!
Ahora me encuentro con niñas, 20 años menores que yo, que me dicen que me calle, que no sé pensar, que ellas lo hacen por mí y que me ande con ojo porque como no lo haga me ponen en prisión por haber echado a la colada de blanco un calcetín negro de lana y con agujeros en la puntera. Porque eso también es patriarcado y del chungo, señores.
¡Maestro Anguita, por favor, levántate de la tumba! Esta noche haré una sesión de espiritismo para que me digas que no me he vuelto loca, que sigo siendo tu discípula hasta que me muera, que he sido y seré roja hasta que me muera, pero no me obligues a comer un pimiento rojo alegando que no es picante, cuando lo único que te hace es crear una úlcera hasta formar la peor peritonitis que aún no haya descrito la medicina.
¡Todos a la hoguera! Tú, este, ese de allí, el que está leyendo este artículo, el que me da los huevos por las mañanas porque según lo hace le he notado que se lleva las manos a la entrepierna y quiere disimularlo, tu abuelo desde la tumba por llevar la cruz en su panteón en vez de la Virgen y eso es discriminación, la vecina del tercero por colgar la ropa sin escurrir y eso hace referencia al semen de un hombre y no a la lejía sin centrifugar.
¡Todos debéis desaparecer porque solo existe un pensamiento único y universal! Esa es la doctrina que debemos rezar cada día y hacer un rosario nuevo, con cebollas de kilogramo colgando, para llorar cada vez que se nos olvide cómo debemos pensar, analizar y sopesar la historia a partir de ahora.
Amo a mi ministra, la adoro, es mi nueva religión y mi nueva fe porque sin ella no sé el camino y ella me lo marca con una tiza haciendo la raya en el suelo para no perderme ni desorientarme.
Ella es mi todo. Ella sabe lo que es ser mujer. Ella me dice lo que debo sentir en la cama. Ella sabe cómo debe satisfacerme un hombre. Ella es... no puedo seguir porque me emociono solo de pensar lo que significa para mí una mujer menor que yo que me enseña lo que es analizar la jugada. ¿Seré tonta?
Ella es mi todo, mi esencia, ella es mi Cristo hecha mujer, porque no lo olviden, la religión no es como se la han contado y Cristo era hombre, pero se sentía mujer. Y punto, que ser fémina es una sentimiento y por eso se le veía tanto con Magdalena, porque conocía su identidad y le costó verla y entenderla.
Y ahora discúlpenme, tengo diarrea mental y necesito sacarla como sea; aunque tengo miedo que sea por el ano, por ser masculino, y que me indiquen que debo hacerlo por la vagina para no liarme.
Y no se equivoquen las nuevas soflamas son: “no es suficiente, llega tarde, no me basta”. Por supuesto que es así porque la subjetividad del concepto como tal solo las saben medir mis chicas, las que imparten leyes a diestro y siniestro como si fueran rosquillas.
Lo siento, tus disculpas por mirarme no son suficientes por lo que no me alteres, que las llamo y arderás en el fuego eterno. Así que ojito y a partir de ahora ya me podéis mirar con antifaz, que sois unos salidos hasta con las pupilas dilatadas y eso es agresión sexual.
Y no lo duden, tengo línea directa con ella porque sin su opinión no sé caminar y debo seguir sus pasos.
¡Hasta los ovarios de tanta niñata suelta!