jueves. 21.11.2024
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Opinión

El poder del votante

Esto es de traca y no lo sabíamos. Si ya decía yo que el Gobierno es el que nos enseña a ser tahúres y a jugar en una partida de Póker al Mus porque todo vale y no nos habíamos enterado.

Mirad si somos tontos y nos merecemos que nos lo reconozcan. Llevo días observando la jugada y los ojos se me han abierto como platos al ver que tengo más poder que todos los que llevan el país y no lo sabía.

De verdad que a veces cuando me da por pensar me creo hasta lista y todo. ¡Qué buena soy de vez en cuando, ¡madre mía!

Pues bien, una vez dejando de lado las alabanzas que me hago a mi persona, como buena narcisa en tratamiento psiquiátrico para ver si me curan la pedrada que tengo en la cabeza, me acabo de dar de bruces contra una realidad que no he visto hasta hace bien poco: el poder que tengo como votante y lo mucho que lo puedo exprimir sin yo saberlo.

Vamos a ver. Vayamos por partes. ¿Aquí no está todo Dios pidiendo para una embestidura el cielo, la tierra, la amnistía, el condonar la deuda, el concubinato del diablo y los mojitos en el infierno? Pues ahora me toca a mí hacerlo y por la puerta grande, que yo soy de las que me gusta entrar como una reinona cincuentona, pero con pieles y estilo cuando siento cátedra.

Somos tan obtusos que no nos hemos percatado de que nuestro poder es ilimitado como votantes. Sí, ya sé que alguno saldrá diciendo que los recuentos están manipulados, pero oye, si todos vamos a una, como Fuente Ovejuna, quizás hagamos presión, ¿no?

¿Qué quiero decir? Muy sencillo. Si yo como votante exijo unas medidas para mi persona, vida, y estatus social y ese que quiere gobernar no me lo concede no le doy el voto y punto, así de simple.

¿Pero cómo no se les ha ocurrido a los votantes de dichos partidos no pedir moneda de cambio para que salga reelegido en unas futuras elecciones si se diera el caso? ¿De verdad que nadie se había dado cuenta de la jugada tan maravillosa que tenemos los que metemos la papeleta en la urna?

Si todos los votantes de esas siglas y los de la coalición esa, que parece una menestra de pollo, paella, churros y manzanas en almíbar, por todos los miembros que anidan en ella, que no pegan los unos con los otros y se echan sal adulterada en vez de azúcar, salieran voz en grito con una pancarta que dijera: “yo no te voto si no me pagas la hipoteca y el coche a plazos” verías cómo se acojonaban y hacían las cosas como era debido y no a su antojo.

¿No pueden pedir ellos? Pues nosotros también, que parece que gobiernan para unos pocos y encima me quieren hacer ver que yo entro en el cesto de los beneficios que me van a aportar cuando lo que no saben es que soy la planta artificial de un invernadero en el desierto.

Si quieren tu voto, pide; tú pide como si esto fuera Navidad y nadie te hubiera contado que los Reyes no existen aunque tengas 60 años. ¿A ti qué narices te importa la mentira si lo que te vas a llevar en un pedazo de compensación que ni los Bonos del Estado en el mejor banco de la República Checa, si es que existieron en algún momento?

Por todos los Santos, mirad que somos idiotas, ¿eh? ¿Vosotros sabéis lo que tiene que acojonar a los que les voten verlos en una manifestación con miles de cartas escritas de puño y letra para echarlas al buzón del león del Congreso de los Diputados, que tiene la boca tan abierta que hasta una contractura  mandibular está a punto de darle?

Les iba a hacer una ilusión de aúpa ver cómo hacen el gesto de cerrar los ojos y soñar con que el presidente les va a conceder las vacaciones en Mallorca, una jubilación como la que tienen ellos con cuatro años cotizados, una comida cada domingo en el restaurante de doña Paca y un trabajo como intérprete lingüístico para cada hijo varón de la familia; aunque este haya estudiado electrónica, pero sin embargo habla reggaeton como si fuera Filólogo Cubano de altas capacidades.

Si se tienen hijas que pidan un puesto en el Ministerio de Igualdad para cuidar los hijos de las que allí moran, que es un trabajo digno y pocos lo sabíamos. Eso sí, en ese grupo que metan a mi hijo, que se ha declarado mujer hace un año y eso de discriminar como que no nos va en casa.

¡Ostras, qué fuerte el poder que tiene un voto! Ya ni a las Navidades esperamos, que esto se adelanta de nuevo, presuntamente, y vamos a declarar  los primeros de diciembre como el día de las personas especiales por tener la potestad de votar y pedir como si estuviéramos eligiendo juguetes en el catálogo del Corte Inglés.

Me encanta lo que vivo, lo que me hacen sentir y lo que puedo hacer con mi papeleta, que dentro de poco irá premiada cuando la saquen y corresponda al número un millón del votante español y tenga premio doble por haber salido elegido con una mano infantil para que no haya tongo.

Si se da ese caso y eres tú el beneficiado recuerda que te doblarán los deseos con tanto esmero que hasta podrás comer cada día en el comedor con los diputados mientras hablas de la subida de los tipos de interés y les miras con aire de sobrado alegando que: “a ti Plin, tú duermes en Pikolín y te lo paga todo Pedrín” y que eso a ti no te afecta, que eres el ciudadano con crédito libre porque tu poder en las urnas es más potente que MacGyver haciendo pan con cemento y sin dejarte los dientes en el intento de morderlo porque te los han colocado con hierro y acero puro.

¿Todo el mundo pidiendo y nosotros sin poder hacerlo? A partir de ahora exigiremos, y lo que es mejor, nos vendrán a negociar con los progresistas, los anarquistas, los de Teruel también existe y con los nacionalistas portando una bandera de otros colores, porque hasta para eso tendremos poder; para crear ideales y soflamas como si fueran los cafés de las cinco.

Verás la cara de tu vecina Juanita cuando vea el desfile por tu casa de coches oficiales, hombres trajeados y mujeres vestidas de David Delfín. Eso va a ser mejor que un Deluxe con un Jorgeja rogando por hacerte la entrevista de lo famoso que vas a ser. Hasta en Gran Hermano VIP te van a querer la próxima temporada. Vamos, que el Puigdemont te va a hacer los recados y no tardando.

Buah, me molo mogollón. Voy a pedir cita en la peluquería, que seguro que llegan otras elecciones y a mí eso de tener raíz no me saca favorecida y no me va ni un pelo votar de esa guisa.

¡Ea, vamos al lío, pueblo!