El Faro del Caballo, en Santoña, no es San Juan de Gaztelugatxe
El Faro del Caballo, en Santoña, se ha convertido en los últimos años en uno de los atractivos turísticos del municipio, lo que ha supuesto numerosas visitas, sobre todo en los meses de verano.
El problema que se ha originado no viene por el gran número de visitas que recibe, sino por el uso que se realiza de este paraje, ubicado entre los acantilados del Monte Buciero, en plena Reserva Natural de las Marismas de Santoña, y por la desinformación con la que algunos caminantes cubren este recorrido desde el casco urbano de la villa.
En referencia a esto último hay que tener en cuenta dos aspectos. Primero, que el caminante no acude con la ropa adecuada para realizar este trayecto. Y lo segundo, que hay personas que por su condición física no es conveniente que se atrevan a bajar las casi 800 escaleras que posteriormente tendrán que subir para regresar por el mismo camino o dar la vuelta al Monte Buciero por el Faro Pescador, que suele ser lo habitual.
El Faro del Caballo nada tiene que ver con la visita a la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, en Bermeo.
Si bien, son dos lugares que merecen la pena ser visitados, el primero tiene un recorrido de entre 45 o 50 minutos, a un ritmo moderado, hasta llegar al inicio de las escaleras, en los acantilados vascos en tan solo 20 o 25 minutos se puede llegar al edificio religioso desde la carretera. Pero, la gran diferencia estriba en las escaleras. Cerca de 800 escaleras es necesario bajar y subir en Santoña, en algunos tramos con un desnivel importante y exigente, frente a poco más de 200 escalones en Bermeo de fácil acceso, donde no se necesita elevar las piernas ni realizar un gran esfuerzo para ir completando la ruta.
Precisamente, cuando una joven pareja de Bermeo visitó el Faro del Caballo y les preguntaron si se habían informado con anterioridad, la contestación fue que no, pero entendieron que venían a un monte y a una Reserva Natural y que por lo tanto lo conveniente era acudir con ropa deportiva. Una decisión acertada.
Por este motivo, los visitantes al Faro del Caballo es conveniente que acudan con ropa deportiva y agua, además de contar con una forma física que les permita disfrutar de esta marcha por el monte. Por lo tanto, acudir con una vestimenta que más bien es para salir a pasear por el Pasaje o tomar los vinos o las cervezas, con zapatos o chanclas de la playa, no es lo aconsejable.
La falta de información con la que han acudido algunos visitantes, en muchos casos en días de calor, ha provocado indisposiciones, sufrimientos y percances físicos. Como consecuencia, el helicóptero de emergencias ha tenido que evacuar a estos caminantes ante la imposibilidad de seguir el camino de regreso. Por lo tanto, si alguien no hace deporte de forma habitual, no es aconsejable lanzarse a esta pequeña aventura.
Numerosas son las anécdotas que los vecinos cuentan sobre los visitantes a este paraje: “he visto gente con tacones, alguien con pantalón chino, camisa y zapatos empapado de sudor y sufriendo, me han preguntado si hay algún tren turístico que les lleva hasta el Faro, me han preguntado si el Faro está ahí cerca, entre los acantilados; he tenido que ayudar a varios caminantes en las escaleras y ofrecerles agua, sin dejar de lado la sobrecarga muscular que viven durante días quienes acuden sin ninguna preparación y cubren el trayecto”.
Diferente es que alguien sufra una lesión en el camino, que presenta tramos con roca e irregularidades. Aquí es entendible y le puede suceder a cualquiera, entrenado o no, que anda por el monte de forma habitual o no y que acude con el calzado adecuado o no. Es un lugar público, abierto a las visitas y no se puede reprochar nada a quien se lesione.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es el comportamiento y uso que se realiza del Faro del Caballo. Entre acantilados y en la entrada a la Bahía de Santoña, el lugar ofrece la oportunidad de bañarse en el mar Cantábrico, dado que las escaleras conducen hasta el mar.
Darse un baño en este paraje no es peligroso, el agua suele estar, la mayoría de los días, en calma. El problema viene cuando una minoría de bañistas se lanza al agua desde unas alturas considerables y sufren una mala caída y la posterior lesión. Aquí también ha tenido que intervenir el helicóptero en varias ocasiones. Una negligencia que ha supuesto que quienes incurran en ella, deban pagar el servicio.
Y no se puede olvidar la basura que se deja depositada en diversos puntos de este faro, con lo fácil que es meterlo en la mochila donde uno lo ha llevado y traerlo de vuelta a casa. La acumulación de vertidos en estos años ha tenido como consecuencia el cierre de la torre del Faro del Caballo que aún permanece en este enclave, dado que allí se depositaban restos de diversa índole.
El Ayuntamiento de Santoña, la Consejería de Turismo y la Autoridad Portuaria han firmado un convenio para regular el acceso al Faro del Caballo, con limitaciones de 300 personas al día y que se pondrá en práctica el próximo verano.
En definitiva, una visita que merece la pena y ofrece la oportunidad de disfrutar del paseo por el Monte Buciero, de este atractivo turístico y de una baño en el mar, pero para lo cual es recomendable hacerlo y comportarse de forma adecuada. Y nada cuesta informarse en la Oficina de Información al Turista sobre las características de esta ruta antes de emprender el camino o reflexionar y considerar que no es conveniente.