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CRÍTICA

La Budapest Festival Orchestra de nuevo en el Festival de Santander

El palacio de Festivales acogió el concierto con la dirección de su titular y fundador Ivan Fisher

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Budapest Festival Orchestra.
La Budapest Festival Orchestra de nuevo en el Festival de Santander

-Festival Internacional de Santander. Budapest Festival Orchestra. S. Prokofiev: Obertura sobre temas hebreos. B. Bartok: Concierto para violín, núm 2. Patricia Kopatchinskaja, violín. A. Dvorak: Sinfonía núm 7. Director: Ivan Fisher.  Palacio de Festivales, lunes 19 de agosto de 2024.

-Calificación (sobre 5): ***

Entre el grupo de grandes orquestas que tienen previsto su paso este año por el Festival Internacional de Santander (FIS), le ha tocado el turno, un año más, a la Budapest Festival Orchestra con la dirección de su titular y fundador Ivan Fisher. Son ya varias las ocasiones que la orquesta húngara nos ha visitado y siempre con un destacado nivel interpretativo y con  programas de cierto interés.

El concierto de este pasado lunes se empezó con una obra no especialmente destacable como es la versión para orquesta de la Obertura sobre temas hebreos de Prokofiev. Es de melodía sencilla sin mayores detalles para destacar, teniendo en cuenta que en su origen es un tema escrito para cuarteto de cuerdas, clarinete y piano. Aún así, el clarinete hizo su parte como solista al lado del director, un gesto que el público agradeció.

Uno de los puntos de interés fue el concierto para violín núm 2 de Béla Bartók, con la participación de la violinista austriaca, aunque moldava de nacimiento, Patricia Kopatchinskaja. Es una composición muy compleja, de mucha exigencia técnica donde Bartók juega con las dinámicas y los sonidos casi dodecafónicos, muy difícil de interpretar y nada fácil para los oyentes poco familiarizados con esta composición.

Hubo algún momento de cierta confusión en alguna entrada que enseguida se recondujo por la seguridad de Kopatchinskaja y la dirección detallista de Fisher. Aún así fue una versión no del todo redonda, donde la sección de viento metal llegó a tapar en algún momento a la solista.

Patricia Kopatchinskaja, que siempre actúa descalza, es una gran intérprete poseedora de una sólida técnica y amplio conocimiento de la obra. Pero su estilo interpretativo no responde a los cánones habituales, con continuos gestos de cabeza, exagerados movimientos con el cuerpo y con un vestuario que tampoco le ayudaba, llegaron a distraer más que atraer al espectador. Ni siquiera el Andante tranquilo pareció lucir como debiera. Buen final con el Allegro molto que el público supo apreciar.

Ya en la segunda parte, la orquesta se pudo lucir con más seguridad en la Sinfonía núm 7 de Antonin Dvorak. La distribución que Ivan Fisher dispuso de los ocho contrabajos en lo alto del escenario, ayudó a que el sonido estuviera más compensado. El viento metal estuvo algo más contenido aunque en alguna ocasión tendieron a sonar en demasía.

La dirección de Fisher es elegante y atento al detalle, consiguió buena concertación en general sobre todo en el adagio y el scherzo donde las cuerdas pudieron tener el protagonismo melódico exigido. El finale, allegro tal vez fue la parte mejor resuelta con notables contrastes y dinámicas muy vivas que consiguieron la tensión necesaria para un gran final.

Sin que haya sido una versión de referencia, el público otorgó grandes aplausos, incluso a destiempo por algún sector poco habitual, y Fisher regaló una obrita menor de Dvorak donde todas las mujeres violinistas entonaron un sencillo canto melódico sin mayores complicaciones.

Para próximos años tendremos la oportunidad de escuchar a otras grandes orquestas que aún no han debutado en el FIS y poder así seguir ampliando horizontes sinfónicos por otros derroteros.