‘Diálogos de Carmelitas’ en Santander, tan solo buena voluntad
El Palacio de Festivales de Cantabria acogió está ópera en tres actos basada en la obra homónima de Georges Bernanos

FICHA:
-Ópera: 'Dialogues des Carmélites'. Ópera en tres actos. Música: Francis Poulenc. Libretto: Francis Poulenc y Emmet Lavery, basado en la obra homónima de Georges Bernanos. Coproducción del teatro Cervantes de Málaga y teatro Villamarta de Jerez, 2022.
-Reparto: Maite Alberola, Ana Ibarra, Jessica Stavros, Eglé Wyss, Mar Morán, Alejandro del Cerro, Pablo Ruiz, Luis Pacetti, Beatriz Lanza, José Manuel Montero, Juan Laborería, César Marañón. Vestuario: Erregiñe Arrotza. Dramaturgia y dirección de escena: Francisco López. Coro Lírico de Cantabria, directora: Elena Ramos. Orquesta Oviedo Filarmonía. Dirección musical: Pedro Halffter.
-Espacio: Palacio de Festivales de Cantabria, Sala Argenta, jueves, día 27 de marzo de 2025.
-Calificación (sobre 5): ***
Había interés por escuchar en el Palacio de Festivales una ópera representada del siglo XX, algo obligado para un teatro público. Hay abundante repertorio de esa época donde escoger y se eligió ‘Diálogos de Carmelitas’, de Francis Poulenc, una obra oscura, algo depresiva, tanto en su concepto musical como en la estructura dramática del libreto.
Como apunta el musicólogo Luis Gago en las notas al programa de mano, “la partitura de Dialogues des Carmélites está precedida de una frase de Santa Teresa: Dios me libre de los santos encapotados, en el sentido de sombríos, tristes, taciturnos”. Es una ópera poco representada, tan solo cuando existe una buena producción escénica que lo justifique, como la de Robert Carsen, todo un referente escénico, que se ha podido ver ya en el teatro Real, la Ópera de Oviedo o en Valencia hace un par de meses.
Para Santander se eligió la producción que el director Francisco López ideó para el teatro Cervantes de Málaga y el teatro Villamarta de Jerez en 2022, que adolece de una escasa escenografía y una pobre dirección de actores. La aparición de los personajes de Gertrud von le Fort y de Georges Bernanos deambulando cual fantasmas, no evita la falta de ideas para transmitir el drama psicológico y el miedo que trasluce en la historia real del martirio de las monjas carmelitas de Compiègne en 1794.
Un escenario único que abre y cierra puertas laterales para las distintas escenas, es el único soporte escenográfico que nos muestra, unido a constantes proyecciones de momentos históricos usados para comparar el terror de la Revolución francesa con tragedias de la Segunda Guerra mundial o el Stalinismo. El abuso de este recurso llega a distraer que, unido al estatismo de los personajes y una iluminación básica, convierten la función en algo plano y pesado.
Más interesante fue la versión musical a cargo de la dirección de Pedro Halffter al frente de la siempre lírica orquesta Oviedo Filarmonía. De gesto preciso y detallista, el director madrileño sacó brillo orquestal en los momentos más íntimos, consiguiendo un sonido aterciopelado de los violines y de las dos arpas, sobre todo en los distintos interludios antes de cada escena, a pesar de alguna entrada defectuosa de las trompas. La percusión, situada en los laterales del escenario, compactaron sin conflicto sonoro con el resto de la orquesta que, de nuevo en Santander, consiguió ser protagonista.
Sobre el reparto vocal, se podría decir que fue discreto, muy controlado por Halffter en todo momento, aunque sin especial relevancia individual. La soprano Maite Alberola hizo frente a la protagonista Blanche de la Force con sonido lírico ancho y buena entonación, aunque algo exagerada en su interpretación dramática. Algo más entonada estuvo la mezzosoprano Eglé Wyss como Madre Marie de la Encarnación, contenida, pero llevando al personaje con la autoridad requerida sobre las demás protagonistas.
Destacable la mezzo Ana Ibarra como la anciana priora Madame de Croissy, con voz desgarrada y notas graves bien proyectadas, sobre todo en la escena de su delirio antes de su muerte. Correcto el barítono Pablo Ruiz como el Marqués de la Force, al igual que el tenor Alejandro del Cerro como su hijo, el Caballero de la Force, en el que ha sido su debut operístico en su ciudad natal.
La soprano Mar Morán hizo una risueña Sor Constance, tal vez algo sobreactuada. Poco musical la voz de la soprano dramática Jessica Stavros como Madame Lidoine, la nueva priora. Bien José Manuel Montero como el Comisario y correctos el resto del amplio reparto. El Coro Lírico de Cantabria, estuvo más flojo que en su última aparición con Don Gil de Alcalá.
La desgarradora última escena, con las 16 monjas entonando el Salve Regina camino del patíbulo, tuvo un sólido control musical gracias a la tensión mantenida por Halffter con la orquesta, las solistas y el coro.
El ambiente sombrío y taciturno del que Santa Teresa quería huir, fue lo que al final predominó en una representación esforzada y con buena voluntad, donde el director musical y la orquesta ovetense se llevaron, con justicia, la mayor aprobación del público.