sábado. 23.11.2024
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CRÍTICA

Opulencia orquestal para música rusa en la inauguración del Festival de Santander

El Palacio de Festivales acogió el concierto de la Orquesta de la Comunitat Valenciana-Palau de Les Arts con la soprano Aida Garifullina

Concierto en la Sala Argenta.
Concierto en la Sala Argenta.
Opulencia orquestal para música rusa en la inauguración del Festival de Santander

FICHA

-Orquesta de la Comunitat Valenciana-Palau de Les Arts.  Aida Garifullina, soprano.

-Director: James Gaffigan.

-Programa: Arias de: Rimski-Korsakov, Rachmaninov, Tchaikovsky y Mussorgski. Suites del ballet Romeo et Juliette de S. Prokofiev.

-Festival Internacional de Santander: Palacio de Festivales, Sala Argenta, sábado, día 3 de agosto 2024.

-Calificación (sobre 5): ***

Siempre es de agradecer que se programen repertorios poco o nada escuchados. Eso es algo que debería ser habitual en los festivales de música y es lo que parece que será la seña de identidad en los nuevos rumbos del Festival Internacional de Santander.

De momento, la inauguración de la presente 73 edición ya marca el camino, al programar una sesión desligada de la Quincena Musical Donostiarra como venía siendo habitual en los últimos años. Está bien colaborar con algunos proyectos para abaratar costes, pero sin copiar, literalmente, más de la mitad de la programación, como ocurría hasta ahora.

Para ello, se contactó con la Orquesta de la Comunitat Valenciana-Palau de Les Arts, y con su director titular James Gaffigan. El director norteamericano elaboró un programa de compositores rusos y de entre ese repertorio se seleccionaron arias y canciones líricas de fuerte carga melódica para las que se contó con Aida Garifullina, una de las grandes voces de la actualidad.

La Orquesta valenciana es uno de los conjuntos más punteros de nuestro país y James Gaffigan tiene un interesante currículum en la dirección orquestal. Pero tras lo escuchado este sábado en el Palacio de Festivales nos da la sensación que es un director de los que se suelen llamar ‘bailarines’, expresivo en exceso, de gesto llamativo y muy tendente al sonido ampuloso.

Un ejemplo fue con el ‘Capricho español’ de Rimski-Korsakov, que estuvo bien concertado pero dejando patente su gusto por el exceso de volumen. La orquesta tiene un buen sonido general pero Gaffigan anduvo escaso de matices y contrastes para acercarse al estilo ruso. Ocurrió lo mismo en la Polonesa de ‘Eugene Onegin’ y ya en la segunda parte, en las suites del ballet ‘Romeo et Juliette’ de Prokofiev, donde los momentos más líricos y dramáticos de la sección de cuerdas quedaban algo oscurecidos por la fuerza sonora del viento metal, incluso tapando a los ocho contrabajos y 10 cellos.

Por su parte, Aída Garifullina, hizo en Santander su segunda actuación en nuestro país, después de las funciones de ‘Romeo y Julieta’ de 2018 en el Liceo de Barcelona. Es una soprano lírica pura, de bello timbre, poseedora de un notable registro central bien proyectado, y de sólida técnica que le permite un cómodo acceso a las notas agudas, aunque en esa zona la voz pierde algo de musicalidad y suena un poco metálico. Es nítida en el fraseo y la vocalización que, junto a su elegante presencia escénica, la hacen tener un punto de admiración.

Cantó con mucho gusto las siete escenas previstas (con algún cambio en la idea inicial), bien dirigida por Gaffigan, su voz sonó nítida a pesar de la opulencia orquestal.  Empezó con el aria del Himno al Sol de ‘El Gallo de oro’ de Rimski-Korsakov y se lució en el aria de ‘Iolanta’ de Tchaikovsky. Gustó su versión del ‘Romance oriental’ de las Cuatro Canciones gitanas de Rimski-Korsakov, pero fue en la ‘Canción de India’ de la ópera ‘Sadkó’ donde Garifullina mostró sus verdaderas virtudes vocales.

La pena fue la propina que regaló que estuvo fuera de lugar y mal preparada, cantando un tango en italiano, por no dominar el español. Se lo podía haber ahorrado y evitar ese lunar.

En general fue un concierto bien concebido y agradable y que obtuvo un gran éxito de público, por lo que la orquesta también nos concedió otra propina al final, en este caso la escena del ballet ‘Cendrillon’ de Prokofiev, donde el exceso de sonido volvió por sus fueros.

Queda mucho programa del Festival y ocasiones para disfrutar de grandes conjuntos y maestros que dejarán su huella direccional.