El retorno apoteósico de la Filarmónica della Scala al Festival de Santander
El Palacio de Festivales acogió el concierto con obras de P.I.Tchaikovsky: Sinfonía núm 5, y M. Ravel: Suites 1 y 2 del ballet 'Daphnis et Chloé'.
FICHA
-Festival Internacional de Santander. Orquesta Filarmónica della Scala de Milán. Obras: P.I.Tchaikovsky: Sinfonía núm 5. M. Ravel: Suites 1 y 2 del ballet 'Daphnis et Chloé'. Director: Riccardo Chailly. Palacio de Festivales, miércoles 28 de agosto de 2024.
-Calificación (sobre 5): *****
Han pasado once años desde la bochornosa situación creada por la nefasta gestión económica de aquellos dirigentes del FestivalInternacional de Santander, que llevó a la cancelación del concierto de clausura del año 2013 a cargo de la Filarmónica della Scala milanesa y que, desde entonces, fue imposible su regreso. Hasta ahora. No solo han regresado, sino que han sentado cátedra con uno de los conciertos más impactantes de la actual edición.
Cuando hablamos de la Orquesta Filarmónica della Scala de Milán, estamos hablando de otro nivel, se está frente a uno de los conjuntos punteros de Europa, a la que pocas orquestas se igualan salvo dos o tres centroeuropeas. Y cuando se habla de Riccardo Chailly se está hablando de un director top 5, un maestro de la vieja escuela, estudioso, puntilloso, de una categoría intelectual y musical como poquitos directores actuales le llegan a igualar.
Para esta doble visita a San Sebastián y a Santander, los milaneses prepararon un programa nada convencional, no como hacen otros conjuntos para hacer caja y marcharse. Chailly eligió a Tchaikovsky con su Quinta Sinfonía y a Maurice Ravel con sus dos Suites del ballet ‘Daphnis et Chloé’. Dos obras de enorme complejidad y exigencia.
Algunos podrán pensar “otra vez Tchaikovsky”, pero ¡menuda versión nos regalaron de su Quinta Sinfonía! Es increíble el sonido tan compacto en todas sus secciones que consiguen los músicos italianos, con la sección de cuerdas al completo de sonido oscuro, carnoso, delicado, de afinación intachable, de una musicalidad increíble. Oír esos cellos y contrabajos es una experiencia para no olvidar.
Hubo muchos momentos para el recuerdo, pero siempre será ese inicio del segundo movimiento Andante cantabile el que guardaremos en la memoria, con el prodigioso solista de trompa que inició la melodía con notas en pianísimo, sin la más mínima caída de tono, que puso los pelos de punta. Y el frenético Allegro vivace final, con toda la orquesta sonando compacta, en plena conjunción de la mano de un Chailly al que seguían a ciegas. Sencillamente, memorable.
Para la segunda parte, se reservaron las dos Suites de ‘Daphnis et Chloé’, el ballet del Ravel más impresionista, que requiere de una gran orquesta, en Santander fueron cien músicos, y que se necesita de un especial dominio estilístico muy distinto al romanticismo anterior. Aquí demostraron la ductilidad del conjunto orquestal, capaz de adaptarse en una misma sesión, a estilos totalmente opuestos y que parezca lo más normal del mundo.
Ravel resume en sus dos suites la historia del romance pastoral griego en un vasto fresco musical. Y aquí Riccardo Chailly volvió a dar una nueva lección llevando a su orquesta por tantos momentos bucólicos que se describen en el ballet.
Absoluto dominio en las dinámicas, control total de los tiempos y visión general para sacar de los sonidos toda la belleza descrita.
Ver dirigir al maestro milanés es un lujo admirable, sus gestos y miradas penetrantes, esos giros de muñecas para incidir en puntos concretos, esa mano izquierda tan expresiva que consigue el control de la masa orquestal para obtener un resultado musical inigualable.
El público que abarrotaba la Sala Argenta, se rindió ante tanta élite musical con eternos aplausos y ovaciones. Un retorno al FIS apoteósico.