El Haendel más festivo con Emmanuel Haïm y Le Concert d’Astrée en Santander
El Palacio de Festivales de Cantabria acogió este concierto con obras de Haendel y Bach
FICHA:
-Música: Le Concert d’Astrée. Obras de: G.F. Haendel: Música Acuática, suites 348 y 349. Música para los Reales Fuegos Artificiales, 351. J.S. Bach: Suite Orquestal n° 3. Dirección: Emmanuelle Haïn.
-Espacio: Palacio de Festivales, Sala Argenta, viernes, día 13 de diciembre de 2024.
-Calificación (sobre 5): ***
Los reyes de la Gran Bretaña siempre han sido muy proclives a la grandiosidad y las celebraciones multitudinarias, para mayor gloria de ellos mismos y regocijo de su pueblo. Un claro ejemplo lo tenemos en los fastos organizados por el rey Jorge I en 1717 para una excursión por el Támesis, lleno de barcazas reales con toda la pompa y boato. Y ese fiestón tenía que ser amenizado con la mejor música del más afamado compositor de la época, G.F. Haendel.
Con esas premisas, Haendel compuso 21 piezas breves que tuvieron un éxito tremendo, y que luego se agruparían en 3 suites, HWV 348, 349 y 350, y que se denominaría 'Water Music'. En Santander hemos podido escuchar las dos primeras, tal vez las más famosas, de la mano de uno de los conjuntos más sólidos en música barroca, Le Concert d’Astrée, de la mano de Emmanuel Haïm, la afamada clavecinista y directora francesa que desde el año 2000 dirige al conjunto parisino.
El hecho de tocar con instrumentos de época tiene un especial interés, con la dificultad añadida de conseguir la afinación necesaria, sobre todo con los instrumentos de viento. Pero los músicos de Le Concert d’Astrée tienen un nivel técnico lo suficientemente alto para sortear las endiabladas y juguetonas melodías que a Haendel le gustaba hacer sonar. Alguna ligera entrada en falso de trompetas es claro ejemplo de esa dificultad, pero que al momento queda disipada por el sonido compacto y conjuntado del ensamble.
Emmanuelle Haïn dirige con atención al detalle, con sus conocidos gestos y movimientos hacia sus músicos, consiguiendo contrastes en pianos y fortes notables, lo que realza aún más la espectacular melodía festiva haendeliana. Las dos suites ofrecidas sonaron en perfecta conjunción, tal vez mejor la 348 que la 349, con las trompas naturales sorteando con gran eficacia los inicios tan complicados y en solitario.
Al igual que la 'Música Acuática' tuvo su origen en un festejo, ocurrió lo mismo en 1749, cuando el rey Jorge II encargó a Haendel una gran obra para amenizar los fuegos artificiales programados en Green Park por la firma del Tratado de Aquisgrán. Aunque los fastos fueron un completo fiasco por el mal tiempo, la música de Haendel quedaría como una de sus grandes obras, con especial protagonismo de los instrumentos de viento.
Haendel reestrenó su 'Música para los Reales Fuegos Artificiales' un mes después del fatídico estreno, con ligeras variantes dando mayor protagonismo a sus amados instrumentos de cuerda, dejando una excelsa obra que combina la espectacularidad de las trompas y trompetas, con el sonido aterciopelado de los violines y cellos.
En la versión que Emmanuel Haïm nos ha ofrecido, cambió la disposición de los vientos, situando a las tres trompas naturales a la izquierda y dejando las trompetas a la derecha. El sonido fue más nítido sin entorpecer a la cuerda, el laúd y el clavecín, situados en el centro. El problemático inicio con las tres trompas a solas fue de especial belleza, de un alto riesgo en la afinación y que se resolvió de forma clara.
En la gira que ha realizado Le Concert d’Astrée entre Barcelona, Madrid y Santander, Emmanuel Haïm ha querido añadir en el programa a Bach con su Suite Orquestal n° 3. Es de una gran belleza melódica, desde la opulenta 'Obertura' hasta la famosa 'Aria' y la 'Gavotte', y que el conjunto francés hizo sonar pleno de dinámicas y contrastes, aunque tal vez con menos conjunción que con las obras de Haendel.
Sin llegar a ser un concierto espectacular, sí presenciamos a un conjunto y una directora que dejaron patentes su maestría, conocimiento y técnicas suficientes para hacer lucir obras muy conocidas y de mucha complicación.
Con el éxito del público, que hubiera sido merecedor de una mayor afluencia, Haïm nos regaló dos fragmentos de Rameau, el gran compositor francés que no podía faltar en su repertorio.