‘El inconveniente’, o lo que funciona no lo cambies
El Palacio de Festivales acogió el estreno nacional que Juan Carlos Rubio dedicó a Gutiérrez Caba
Decía John Lennon que “la vida es aquello que sucede mientras estamos ocupados en hacer otros planes”. Esta frase la usa el escritor y autor teatral cordobés, Juan Carlos Rubio, como leitmotiv en su obra ‘100 metros cuadrados’, escrita en 2007 y estrenada en 2010 en Madrid. Fue un gran éxito y tuvo su réplica en cine con la película ‘El inconveniente’ en 2020, otro gran éxito.
Ahora, nos presenta en teatro una versión algo cambiada de la obra original, que ha tenido su estreno nacional este viernes, día 23 de septiembre, en Santander inaugurando la nueva programación del Palacio de Festivales.
Parece ser que esta versión surgió casi de casualidad porque la intención de Juan Carlos Rubio era otro proyecto teatral que iba a encabezar Emilio Gutiérrez Caba, pero que debido a problemas de salud del gran actor se ha tenido que posponer. La función del estreno del viernes se lo dedicó Rubio a Gutiérrez Caba, al que todos deseamos una pronta recuperación.
En realidad, este ‘Inconveniente’ varía muy poco de la obra original. Tan solo cambia el género de dos de sus personajes. Se mantiene la protagonista principal, una señora entrada en años con serios problemas de salud y un carácter provocador y complicado. Cambia el comprador del piso, que pasa de mujer a hombre (de Sara a Luis) y la agente inmobiliaria, que pasa de hombre a mujer.
El interés radicaba, por tanto, en ver qué tal funcionaba este cambio con la relación de ellos y la protagonista. Y, la verdad, el cambio no mejora la obra original, parece forzado e innecesario. Dicen que los acontecimientos no se desarrollan siempre tal y como uno los había planeado, tal vez este sería un ejemplo.
Una de las claves del éxito de ‘100 metros cuadrados’ era su texto, original, divertido, una historia posible por real, algo provocador, sabe combinar la comedia con los momentos íntimos y más tristes de los personajes, lo que hace que el espectador esté siempre atento y empatice con la historia. Estas claves se mantienen en esta nueva versión, sigue siendo divertida y algo provocadora, pero flojea en los momentos tensos por el cambio de género.
Del papel protagonista, Lola, se hace cargo Kiti Mánver, una de las grandes actrices de nuestro teatro. Domina el papel, lo hizo suyo desde que lo abordó en la película, es muy particular en su forma de decir las frases, su entonación de voz y su presencia escénica que hace creíble toda su historia.
A su lado, queda oscurecido el actor Cristóbal Suárez en su papel de Luis, el comprador del piso, con una actuación plana, sin transmitir el carácter altanero, pijo y distante del personaje y sin emoción en ningún momento. Mucho mejor y más implicada en su papel la actriz Marta Velilla, con gracia y soltura como la agente inmobiliaria con sus continuos cambios de trabajo (muy divertida en la escena del porro).
Correcto y práctico el nuevo diseño de escenografía de Juan Sanz, con inclusión de un piano, y bien la iluminación diseñada por José Manuel Guerra. Éxito de público que ha llenado las dos funciones previstas, lo cual siempre es bueno y esperanzador.
El Palacio de Festivales se ha apuntado un tanto con este estreno nacional, algo que ojalá sea más habitual, pero no es de recibo la falta de programa de mano de la obra y no vale la excusa que ya está en el programa general de toda la temporada. Se agradece que, por fin, se hayan adecuado los horarios de las funciones a las 19.30 horas, algo que ya se hace en el resto de teatros de las ciudades de nuestro entorno, se adapta a las nuevas costumbres y además facilita el viaje de espectadores de fuera de la ciudad para su regreso en horas menos intempestivas.