¿Una investidura cortoplacista?
La presente columna pretende valorar el grado de influencias e inestabilidades actuales, consecuencia de las conocidas preocupaciones producidas en la ciudadanía a tenor de los resultados electorales acontecidos.
La presente columna pretende valorar el grado de influencias e inestabilidades actuales, consecuencia de las conocidas preocupaciones producidas en la ciudadanía a tenor de los resultados electorales acontecidos.
Recordarán algunos en mi última columna titulada ‘La sensación política de caerse del caballo’, respecto al estado anímico que deberían sentirse los dirigentes del PP después del 23 de junio, probablemente con la sensación del boxeador noqueado.
¿El pueblo elige y los partidos políticos deciden? En ocasiones, la aplicación de un símil sirve para describir una situación de forma distendida, la cual, no obstante, se podría envenenar a corto plazo.
La estimación votos por Correo, anticipada por este medio, el pasado día 6 de junio, lindando con la realidad, probable sprint de mejora final para el PP.
Me había prometido a mí mismo no volver a importunarles hasta la “noche de marras” del próximo 23 a 24/7, a fin de comentar cuantías de resultados, pero la publicación del programa electoral del PSOE, así como sus soflamas, han influido en forma contraria a cambiar de intención.
Desde hace un par de meses, les ofrecía en este medio, opinión a través de dos columnas tituladas: Esponsales Políticos de un País que arde en corrupción, así como Entre Mercadotecnia Política y Último Servicio al País.
El vocablo introspección poco utilizado fuera de su especialidad, significa según el Instituto Europeo de Psicología Positiva, aplicado al caso que nos ocupa: un mirar adentro reflexivo, teniendo en cuenta que su pasado va a ser parte de un proceso que comienza tempestuoso a principios de 2020, mediante un extraño gobierno de apoyos y coalición.
A partir de los próximos días se aproximarán semanas difíciles para la estabilidad emocional y política española, ya que Sánchez se derrotó a sí mismo el pasado 28 de junio.
En España, podría decirse que los grandes “pucherazos” han coincidido siempre con serios problemas acorde con la época que nos tocaba vivir.
Explican los expertos que un ratio medio-alto de abstención en un país occidentalizado suele oscilar entre el 20-25 por ciento del Censo Electoral. Si se superan dichos porcentajes, significaría que algo socioeconómico-político anómalo está ocurriendo, y no se controla.
Hará un mes aproximadamente, les escribía una Ccolumna titulada: ‘Esponsales políticos de un país que arde a corrupción’, comentando ciertas “cucamonas o arrumacos”, observados entre Yolanda Díaz (Sumar) y Pedro Sánchez (PSOE), y, hasta mediaban tiros de cámara, que no ocultaban una especie de amor político adolescente de lo que ya era un secreto a voces.
Allá por las Navidades de 2020, escribíamos la columna titulada ¿se le permitirá al Rey Emérito regresar en esta legislatura?
Dos principios suelen regir en cuanto hablan las urnas: “sálvese quien pueda” o “correr en auxilio del vencedor”.
Como es conocido, España se prepara para afrontar dos elecciones, en mayo y una en diciembre, a cuyos montajes venimos asistiendo.
No hace muchas semanas comentábamos que en épocas de elecciones suelen erupcionar los volcanes de la España negra.
No es la primera vez como suele decirse, en términos económicos, que cuando Estados Unidos padece ‘Flu’ o estado gripal, económicamente hablando, Europa se despierta con neumonía o al borde de ésta.
La ‘magia negra’ del recibo de la luz se mantiene en el Índice de Precios al Consumo (IPC) del seis por ciento estratégico y siguen ascendiendo los alimentos.
La omisión del Artículo 103 de la C.E por parte de algunos poderes adjudicadores supone que dan lugar a una especie de “ignorancia” normativa, al dejarse de aplicar el susodicho precepto Constitucional: