Opinión

No sabéis lo que agradezco cuando quedo con amigos y terminamos hablando sin tapujos de cualquier tema, menos de física cuántica porque no la controlo, pero no se preocupen que pronto seré una experta, será por ganas.

Es el mejor título que podría encontrar para lo que les vengo a exponer en este artículo. El fin de la pornografía is coming, señoras y señores, por ende el frotar se va a acabar. Chispum, bye, bye, Au revoir.

Iba a escribir un artículo sobre el monotema de la gestación subrogada, donde todo Cristo se rasga las vestiduras con una hipocresía barata, pero como siempre digo que nada es casual el domingo pasado me sucedió algo en la casa de una amiga y pensé que no debía dejar de escribir sobre el asunto, aunque alguna vez ya lo he abordado en mis artículos.

Los tiempos cambian a un ritmo vertiginoso y con ellos las identidades de las personas, que ven cómo debes estar dentro de unos parámetros sociales que te integren en una nueva realidad creada como si uno hubiera ido al esteticista y le hubieran metido Botox hasta en el tuétano.

“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”. Una vez más mi libro de cabecera por excelencia, El Quijote, me da la clave en algunas de sus frases cuando veo que lo que me rodea no es lo que quiero vivir, pero no hay otra y aquí seguimos, como una reincidente sin escrúpulos.

Mira, quizás sea el primer artículo en el que tenga que dar la razón al Ministerio de los horrores. 

¡Fascistas, sois todos los hombres unos fascistas! No tenéis escrúpulos ni moral al meteros de una manera tan descomunal, como si Atila invadiera Cuba sin saber navegar, contra una mujer que os ha dado todo y aún queréis más. Sois los terroristas de la moralidad.¡ Abajo la amoralidad en todas sus vertientes!