Opinión

Bueno, bueno, lo que hacía que no encontraba un canal en donde reírme a pierna suelta y donde analizar el salseo con un humor negro que ni el de André Bretón, que fue el que acuñó el término en cuestión.

El tema de la fidelidad me persigue desde que escribí un artículo en una red social sobre una escena que vi en un programa de televisión, donde una joven se rasgaba las vestiduras porque su novio la había dejado y creía que era el fin del mundo.

Lo peor de este mundo es nacer ciudadano, sin más oficio ni beneficio que ser útil solamente cuando la cola se le ve al diablo para que votes en favor de unos pocos y estos se lleven el conejo al prado.

Anden con ojo que esto es serio, más de lo que imaginamos y no es broma, que ahora ser usurpador de la profesión es algo que lo tomamos a la ligera y no es tal cosa.

Nunca supe lo que de verdad significa el ridículo hasta que me di cuenta de que aquella equivocación fue un aprendizaje, el mismo que mostró al mundo cómo cada cual puede disfrutar de sus propios errores.

Agárrense que llegan curvas. Así, con el viento contracorriente, comenzamos a escribir lo que nos chirría desde lo más profundo de una mandíbula que se niega a masticar lo que no es comestible.